Con sólo unos pocos meses de la aprobación del nuevo Código Edilicio porteño, la Fundación Proa organizó una muestra para contestar una de las preguntas más difíciles que surgieron luego de la aprobación del nuevo diseño urbano: ¿cómo hacer para vivir en sólo dieciocho metros cuadrados? Y si bien la respuesta aún es incierta, un grupo de arquitectas y arquitectos retrató cómo la normativa firmada por el gobierno porteño impacta en el diseño pero, sobre todo, en la manera de vivir.
“Estos nuevos departamentos son pensado para que, en general, las personas vivan solas. Es muy difícil de imaginar vivir con otra persona en sólo 18m2. Entonces uno se pone a pensar cómo, con la dificultad de conseguir la primera vivienda propia, con lo complicado que resulta sacar un crédito, la opción más factible hace que, en realidad, te alejes del contacto social”, relató, a Diario Z, María Zamtlejfer, una de las arquitectas elegidas para imaginar la vida en un «micro» monoambiente.
Cuándo le llegó la invitación de Fundación Proa para la muestra Diseño en Acción para pensar un boceto en el mínimo ambiente disponible Zantlejfer, junto a su socia de Caza Estudio, Nina Carraras, decidieron tomar el camino difícil y “no hacer una critica de nuestras subjetividades”. Por eso, cambiaron la lógica de la presentación y armaron los modelos a partir de la recopilación de notas periodísticas y promociones de inmobiliarias que, incluso, se habían publicado mucho tiempo antes de la discusión por el Código de Edificación en la Legislatura, en diciembre del 2018.
“Encontramos con un montón de material que sólo hablaba de la potencialidad de esos espacios, en notas publicadas en diarios de gran alcance como Clarín o La Nación. Enaltecían algunas virtudes, pero si las leías fuera de ese contexto que buscaba reforzar lo positivo, el contenido se volvía negativo«, explicó Zamtlejfer.
Los mensajes recopilados por las arquitectas eran contradictorios para describir un nuevo modelo de departamento: “parece una navaja suiza hecha inmueble”, “no hace falta la rigidez de un comedor, aunque se lo extrañe”. A partir de esas notas, las arquitectas trabajaron junto a la renderista Ines Molinari para crear cuatro ejemplos de estas vivienda. ¿El resultado? “Sólo técnicamente son habitables, porque un humano puede adaptarse si es a lo único a lo que puede acceder, pero el tema es bastante más complejo: te obliga a hacer un montón de actividades fuera de tu casa. Para comer o juntarte con otras personas, tenés que salir, y eso termina siendo más costoso. Por eso decimos que son unidades inhabitables”, indicaron en una entrevista para Tiempo Argentino.
Hacinamiento y peleas entre vecinos
Un extenso informe del Observatorio de la Ciudad repasó la normativa edilicia modificada en la Legislatura porteña el 7 de diciembre. Con solo los votos del Bloque oficialista Vamos Juntos, se aprobó reducir los estándares habitacionales, al autorizar viviendas de menor tamaño y permitir que en algunas zonas las alturas de los edificios se igualen (hacia arriba) para maximizar las ganancia de los desarrolladores. El informe alerta sobre algunas de las consecuencias: “El nuevo Código de Edificación establece una superficie mínima de 18 m2, pero no garantiza cómo compensar las necesidades de espacios alternativos para desplegar todas las necesidades de la vida doméstica (…) En espacios reducidos, la convivencia se vuelve hostil ante la falta de privacidad, y los habitantes de estas pequeñas viviendas, desarrollan estrategias para poder afrontar la situación, o bien, pierden los límites de interacción con los demás en un intento de evitar alteraciones, con lo cual se vuelve entonces una pelea por el espacio”, subrayó el informe.
“El hacinamiento es otro de los factores que más influye a nivel psicológico con las nuevas reformas”, explicó, a Diario Z, el titular del Observatorio de la Ciudad, Jonatan Baldiviezo. Y agregó: “En México también sufrieron modificaciones similares en términos edilicios y lo que detectaron fue que este encierro vuelve una circunstancia importante en términos de relación familiar o de sensación de bienestar personal, suele traer conflictos fuertes. Cuando alguien quiere estar solo y no tiene dónde, representa una presión muy seria”.
Más negocio para las inmobiliarias, menos vida para los habitantes
Con el objetivo de incorporar más personas que vivan en la Ciudad, de acuerdo al cambio de normativa, uno de los principales cambios que se modificó en el Código Urbanístico fue haber reducido de 27 alturas máximas actuales a 6: En corredores como la Avenida Del Libertador, habrá un máximo de 38 metros, (12 pisos). En las avenidas el límite será, según la zona, de 22 o 31 metros (entre seis y nueve pisos). Y para las calles el tope será de 16,5 metros (cuatro pisos) y en los pasajes entre 10,5 metros o 9 metros (dos o tres pisos).
Por otra parte, el nuevo Código de Edificación, que determina cómo y con qué materiales debe construirse, estipula que para los monoambientes la medida mínima será de 18 metros cuadrados más 2,50 metros cuadrados para el baño, cuando antes la medida mínima era de 28. Además, se elimina la obligación de vivienda para encargado y se la cambia por un espacio para vestuario, baño, duchas y comedor. También, con el nuevo Código de Edificación sancionado por la Legislatura, el bidet y la bañera, clásicos de la arquitectura sanitaria porteña, dejaron de ser obligatorios.
Tanto las arquitectas de Caza Estudio como el Observatorio del Ciudad coinciden en una idea: este nuevo Código de Edificación está hecho a medida de las inmobiliarias. “Lo que tratamos de mostrar con los cuatro diseños que presentamos en la Proa es que la problemática de la falta de vivienda no se resuelve en 18m2. En la teoría puede ser así, pero en la realidad, ¿cuántas cosas dejás de hacer por tener ese espacio? ¿Cuántas cosas perdés? Estas dimensiones no mejoran la calidad de vida”, expresó Zantlejfer.
Baldiviezo, además, remarcó el nuevo margen de ganancia. “Lo único que no se va a perder es la rentabilidad de las inmobiliarias. Porque se va a construir más y más caro. Con las nuevas medidas de la vivienda mínima, es probable que, en vez de construir dos monoambientes de 30m2, ahora se construyan tres con la unidad mínima. El mercado acomoda su margen de ganancia. Aumenta la rentabilidad porque, con la misma cantidad de ambientes, los departamentos terminan teniendo un 25% menos de superficie pero el m2 incrementa de valor. El negocio es lograr mayor cantidad de departamentos por edificio con el menor volumen constructivo«, concluyó el titular del Observatorio de la Ciudad.
FUENTE: Jeremías Batagelj – diarioz.com.ar