Debajo de la Iglesia de San Ignacio de Loyola, en Bolívar 225, un túnel jesuítico colonial que data de principios del siglo XVIII une esta construcción con el colegio aledaño. Ahora, este ícono de la historia de Buenos Aires, podrá ser visitado a partir del sábado 13 próximo. El acto inaugural se llevará a cabo el próximo jueves en el que fuera el claustro del Colegio Grande de San Ignacio, luego conocido como Real Colegio de San Carlos, que también fue restaurado y se abre al público general con visitas guiadas.
Además del claustro y el túnel, las visitas incluirán un recorrido por la torre sur, construida en 1680, que conserva sus tres campanas originales que aún funcionan —la más antigua data de 1766—, a la que se podrá subir para a través de su escalera original, que fue reacondicionada, para acceder al mirador. La visita también incluirá a la torre del reloj, construida por el ingeniero Felipe Senillosa a mediados del siglo XIX, donde se encuentra el reloj inglés que pertenecía al Cabildo de Buenos Aires.
ebajo de la Iglesia de San Ignacio de Loyola, en Bolívar 225, un túnel jesuítico colonial que data de principios del siglo XVIII une esta construcción con el colegio aledaño. Ahora, este ícono de la historia de Buenos Aires, podrá ser visitado a partir del sábado 13 próximo. El acto inaugural se llevará a cabo el próximo jueves en el que fuera el claustro del Colegio Grande de San Ignacio, luego conocido como Real Colegio de San Carlos, que también fue restaurado y se abre al público general con visitas guiadas.
Además del claustro y el túnel, las visitas incluirán un recorrido por la torre sur, construida en 1680, que conserva sus tres campanas originales que aún funcionan —la más antigua data de 1766—, a la que se podrá subir para a través de su escalera original, que fue reacondicionada, para acceder al mirador. La visita también incluirá a la torre del reloj, construida por el ingeniero Felipe Senillosa a mediados del siglo XIX, donde se encuentra el reloj inglés que pertenecía al Cabildo de Buenos Aires.
El frente de la iglesia conserva su estructura original: es de la época colonial. En cuanto a su estilo, evidencia una influencia barroca, según aclara el arquitecto Fabio Grementieri, vocal de la Comisión Nacional de Monumentos de Lugares y de Bienes Históricos. Intervinieron en su diseño los jesuitas alemanes Juan Krauss y Juan Wolf. “En 1697 llegó a Buenos Aires el hermano Juan Krauss, de origen germano, quien proyectó la iglesia y el colegio de San Ignacio. Cuando fallece en 1714, se paraliza la obra durante varios años, hasta que llegan a Buenos Aires los arquitectos que definitivamente la terminan, que son Andrés Bianchi, Juan Bautista Prímoli y Juan Wolf”, aclara Di Consoli.
Entre las estructuras que se recuperaron en el masterplan de restauración, está el tramo sur-norte del túnel que conectaba a la iglesia con el colegio y que continuaba hacia el Cabildo. “Es el único túnel que la gente va a poder caminar en Buenos Aires, actualmente este túnel debe tener unos 30 metros caminables y dos chicotes laterales, uno de cuatro o cinco metros y uno pequeño. Se usaban para defensa de la ciudad”, aclara Di Consoli.
Coincide Francisco Baigorria en que los túneles eran un elemento que unía a toda la ciudad colonial por seguridad: “Unían los edificios más sólidos que tenía aquella Buenos Aires de casonas de adobe y barro, conectaban el fuerte, el cabildo, los conventos y San Ignacio como una estrategia de defensa ante la posible invasión. Lo real es que con el desarrollo de la ciudad estos túneles prácticamente se perdieron. El único tramo de túneles más importante y significativo que tiene la ciudad es este”, explica el sacerdote.
Se trata de túneles excavados sobre la tosca viva. Según la encargada del proyecto San Ignacio, era un túnel en el que se había producido un desmoronamiento por filtraciones de agua, tras la rotura de un caño maestro de agua en la calle Alsina, que agravó la situación. Tras este hecho, la iglesia estuvo apuntalada entre 2003 y 2007, bajo la dirección del estudio Fontán Balestra, uno de los más importantes estudios estructuralistas de la Argentina. La obra actual de acceso al túnel corresponde al arquitecto Lucas Goñi, mientras que su consolidación estuvo a cargo del ingeniero Jorge Fontán Balestra.
Otro punto estratégico
La recuperación de la torre sur es otro aspecto importante, ya que en tiempos coloniales fue la más alta de la ciudad y funcionaba como un punto estratégico de defensa. “Desde allí se vigilaba y se controlaba el Río de la Plata cuando Buenos Aires vivía con la tensión de ser invadida ante la debilidad de la corona española”, sostiene Baigorria.
La puesta en valor del claustro del que fuera el antiguo Colegio Real de San Carlos tiene un bagaje histórico y sociocultural importantísimo y estuvo a cargo del recientemente fallecido arquitecto Alberto Boselli. “Primero fue el colegio jesuítico, y con la expulsión de los jesuitas hacia 1777, pasa a ser regenteado por la corona española. En este claustro se formaron todos nuestros próceres, nuestros padres de la patria, entre ellos Belgrano, Moreno, Paso, quienes formaron las primeras juntas, los primeros gobiernos. Haber recuperado este pequeño patrimonio es muy significativo”, advierte el párroco de San Ignacio de Loyola.
En efecto, cuando se construye el Colegio Nacional de Buenos Aires, entre 1911 y 1938, se demuele el antiguo colegio, el Colegio Real de San Carlos. “Solo queda un claustro, es decir, una galería que mira a un patio que, en la construcción original, era cuadrado, rodeado por claustros que desaparecieron. Con los años, en este antiguo claustro se instalaron dependencias administrativas de la parroquia, que a partir del plan maestro se desocuparon para la puesta en valor del patrimonio histórico”, agrega Di Consoli.
Otro sector importante que también fue puesto en valor es el de las matroneras altas, ubicadas en el templo —de 16 metros de altura— en las naves laterales a media altura. “Allí las matronas o señoras grandes iban para poder amamantar durante las misas. Este sector también era utilizado por los alumnos del colegio, que antiguamente era un internado, para escuchar la misa a las 5 de la mañana antes del desayuno. En las barandas todavía pueden verse las marcas, iniciales que dejaron los estudiantes de aquella época”, cuenta Di Consoli.
Esta inauguración coincide con el aniversario de los 360 años de la instalación de la Compañía de Jesús, en 1661, en esta histórica manzana, llamada más tarde Manzana de las Luces. “Esta inauguración nos habla de la identidad de nuestro pueblo, de nuestra nación, detrás de todo esto hay una historia, hay hechos, hay vidas, son nuestras raíces, y en una sociedad tan perdida en algunos aspectos, tan desorientada, donde se habla tanto de identidades y demás, me parece una luz fundamental en estos tiempos. También es importante que la gente conozca el rol que tuvo la iglesia en el desarrollo de nuestra identidad, de nuestra nación”, finaliza Baigorria.
FUENTE: Susana Vitale – www.lanacion.com.ar