No figuran en los manuales ni en las enciclopedias. No están en las largas listas de reconocimientos, premios y menciones. Ni siquiera suelen figurar en los créditos de sus propias obras. Es como si no hubiesen existido. La historia de la arquitectura, al igual que la de tantas otras disciplinas, es la de la invisibilización de la mujer y su trabajo.
Sin embargo, esta historia sesgada se ha puesto en revisión. El colectivo de mujeres “Un día, una arquitecta” se propuso situar la labor de las arquitectas en la historia y trazar una nueva cartografía urbana que las integre. Rosario formó parte de la experiencia y Suma Política dialogó al respecto con Inés Moisset y Paola Zini.
“El papel de las arquitectas en el imaginario colectivo ha sido anulado”, afirma Inés, que además de ser una de las primeras doctoras en arquitectura de Argentina, ha sido la editora de la revista 30-60. Cuadernos Latinoamericanos de Arquitectura.
“En la revista me pasaba con mucha frecuencia que se olvidaban de poner en los créditos de las obras a sus compañeras mujeres. Había que llamarlos y repreguntarles”, cuenta Inés y agrega: “Una vez quise hacer un especial sobre arquitectas y a mis compañeros les pareció re gracioso: Ay le vamos a hacer un número a Inés todo rosita con corazoncitos, me decían. Había mucha resistencia”.
Lo que la terminó de impulsar a la acción directa fue su trabajo como investigadora del Conicet: “Estaba estudiando el tema de cómo se introdujo la enseñanza en la arquitectura. Busqué los registros de los grandes estudios de arquitectura, como la Bauhauss y descubrí que las editoras eran todas mujeres. Armaban los archivos, fotografiaban las obras y editaban los libros que nos llegaban a nosotros. Seguí investigando y encontré que en la Bauhauss había más de cuatrocientas mujeres con trabajos muy significativos. Sin embargo, nada sabíamos de ellas.”.
La gota que orada la piedra
Inés, junto con otras colegas, decidieron mover la escena, disputar el sentido común dominado por las figuras de los genios varones y comenzar a escribir otra historia. El 8 de marzo del 2015 conformaron el colectivo “Un día, una arquitecta” y abrieron un blog.
“Creemos que para impulsar la igualdad de género en el campo de la arquitectura es necesaria una revisión de la historia. Nos propusimos abrir una puerta para descubrir el trabajo, los logros y las dificultades que enfrentaron estas profesionales a lo largo de la historia”, cuentan en su página.
El proyecto comenzó con la idea de subir la biografía de una arquitecta por día durante un año entero. “Nadie nos tenía fé. No creían que íbamos a llegar a 365 arquitectas”, confiesa Inés. Sin embargo, ya llevan más de 900 biografías subidas y muchas más por cargar: “Nos interesaba que la información esté donde circula: las redes y wikipedia. Pero no fue un camino sencillo”.
En el 2015, de los 50 millones de artículos que integraban la Wikipedia, sólo 60 eran sobre arquitectas mujeres. “Había miles de biografías de actrices porno y de futbolistas pero las biografías de las arquitectas de la historia no las consideraban relevantes”, cuenta asombrada Inés.
El colectivo de mujeres puso manos a la obra y comenzó a subir entradas sobre arquitectas, pero se encontraron con un rechazo rotundo de parte de los editores de la enciclopedia colaborativa: no consideraban relevante el contenido y lo eliminaban. “Fue como una lucha porque la wiki se regula a través de sus editores. La mayoría son varones y las pocas mujeres que había tenían una mentalidad bastante patriarcal. Nosotras cargábamos artículos, ellos los bajaban y nos reprochaban que les íbamos a llenar la Wikipedia de porquerías”, cuenta Inés y agrega: “Estar en esta enciclopedia es fundamental, porque es el primer lugar de consulta de cualquier estudiante e interesado en el tema”.
La problemática de la mujer en la arquitectura comenzó a resonar en diferentes partes del mundo. Los datos alarmantes de desigualdad comenzaron a hacerse visibles y a despertar cuestionamientos imposibles de frenar atravesando los espacios de premiación y prestigio institucional.
“Desde 1998, la Bienal Iberoamericana de Arquitectura y Urbanismo tuvo una sola mujer en su premio a la trayectoria. Para evitar el ‘es que no hay mujeres con tanto mérito’, el blog ‘Un día, una arquitecta’ envío 10 candidaturas de arquitectas cuyos aportes tuvieron un valor indiscutido en la profesión a nivel global. Así y todo, premiaron a dos arquitectos”, posteó en Instagram el colectivo de mujeres SoyArquitecta.Net. Inés Moisset también se sumó al reclamo: “La invisibilización de la mujer es una de las formas sutiles de la violencia de género. Nuevamente Iberoamérica premia varones. Ya toda una posición que tiene este evento. Desde 1998 sólo se ha premiado a una mujer”.
Una ciudad también pensada por mujeres
El 1° de julio del 2019 el colegio de arquitectos de Santa Fe presidido por Marta Ruarte inauguró “El paseo de la arquitecta y del arquitecto”.
Desde allí partieron Inés Moisset y Carolina Quiroga a recorrer la ciudad con el objetivo de remapear e identificar aquellas obras realizadas por mujeres. La actividad se concretó durante el evento “En obra”, organizado por la agencia Conecta Rosario, y las obras de Matilde Luetich, Marcela Lovera, Silvana Codina, Isabel Santa Cruz, Lidia Pla, Maite Fernández y Olga Giustina formaron parte de este primer acercamiento a una cartografía urbana que pone en valor el trabajo de la mujer en su diseño.
Una mujer en la obra
Paola Zini, curadora del recorrido por Rosario e integrante del colectivo “soyarquitecta.net” —creado por la arquitecta Cayetana Mercé— destaca la biografía y obra de Matilde Luetich: “Para mí Matilde fue una adelantada a su época, por muchas cuestiones”. Descendiente de croatas, única hija mujer de tres hermanos, Matilde estudió Letras, luego Historia y, mientras trabajaba como cajera en “Edelweiss”, la confitería de su padre, se recibió de arquitecta.
“La historia de Matilde es muy particular. En un principio, su papá se opuso a la idea de que ella estudie arquitectura, quizás no le parecía una profesión para mujeres. Pero una vez recibida, la apoyó económicamente para que pueda asociarse con el arquitecto Jano Viotti, comprar un terreno y comenzar a construir”, cuenta Paola.
No debe haber sido fácil para una mujer desarrollarse en un entorno de hombres, pero los que conocieron a Matilde destacan su empuje, su fuerza y su decisión. “Mi tía me contó que sus hermanos, que eran ingenieros, se burlaban de ella diciéndole que en la obra se le veía la bombacha. Pero ella en vez de dejar de ir o cohibirse cambió la pollera por el pantalón, lo que en ese momento era muy trasgresor”, cuenta Ilka Luetich, una de las sobrinas de Matilde.
“Matilde era una adelantada. Cuando nadie pensaba en la parquización de las ciudades y en el verde, ella plantaba árboles. Todos los jacarandaes de Avenida Belgrano se los debemos a ella. Los 21 de septiembre compraba los plantines de árboles, tocaba el timbre de los vecinos y los alentaba a plantar”, cuenta Paola.
En 1965, Matilde y Jano inauguraron su primer edificio con una impronta inconfundible: el Tranvía I, ubicado en Sargento Cabral 116. “A Viotti no le gustaba demasiado ir a la obra pero a Matilde sí. Ella llegaba a un lugar, organizaba a todos los hombres y los ponía a trabajar. Así que se complementaban muy bien”, cuenta Paola. Trabajaron juntos durante casi 40 años y realizaron más de 120 obras.
Lo transgresor para su época es que además de ser mujer, arquitecta y desempeñarse en un entorno predominantemente masculino, Matilde también era empresaria: “Desde el comienzo, allá por 1963, iniciamos también nuestra actividad como empresarios, compramos nuestros terrenos, organizamos, proyectamos, dirigimos, administramos y vendimos nuestras propias obras”, escribió Matilde en la revista del colegio de arquitectos de Santa Fe.
En el año 2005 Viotti se retiró de la profesión y el diario La Capital le otorgó exclusivamente a él un reconocimiento público a la trayectoria profesional. Matilde sólo fue reconocida por las palabras de Jano que dijo que no podía recibir la distinción sin mencionar a su socia, con quien había realizado toda su obra.
Una vez disuelto el estudio Viotti Luetich, Matilde se asoció a Marcela Lovera y continuó con su serie de Tranvías y Ómnibus. “Sin duda, Marcela es quien recibe su legado”, afirma Paola.
Naturalmente no cambia
“Un crítico de arquitectura decía que en los libros había muy pocas mujeres porque no había tantas arquitectas. Pero la realidad es que desde hace 40 años tenemos la misma cantidad de egresados por género y la cosa no se refleja ni en el porcentaje de mujeres que aparecen en los libros, ni en las instituciones”, explica Ines.
Al ser la arquitectura y el urbanismo disciplinas que toman decisiones sobre el territorio, la cuestión se complica aún más cuando se tiene en cuenta la propiedad de la tierra: sólo el 10 por ciento está en manos de mujeres. “Difícilmente se pueda decidir si no se tiene posesión de la tierra”, afirma Inés y concluye: “Vivimos en una sociedad donde las violencias contra la mujer se fundamentan unas a otras. Una sociedad que acepta que se burlen de una mujer, o que invisibilicen su trabajo, también puede aceptar que una mujer sea descartada. Son diferentes grados de la violencia contra la mujer. Por eso debemos tomar acciones propositivas, reparadoras que reviertan esta situación, porque naturalmente las cosas no cambian”.
FUENTE: Ludmila Bauk – sumapolitica.com.ar