Un lugar al que, en sus inicios, eximieron de impuestos para contribuir a que se poblara hoy está viviendo un recambio de habitantes que marca otra época. Barrio Alberdi se caracterizó por muchos años por sus enormes casas residenciales, que ahora son las menos buscadas y que se reconvierten en unidades habitacionales más chicas o, en otros casos, en emprendimientos gastronómicos. Desde el sector inmobiliario indicaron que hay cada vez más casas a la venta en un barrio que el martes cumple 145 años de existencia y que debe su nombre a la admiración que su fundador, José Nicolás Puccio, tenía por Juan Bautista Alberdi, a quien además le donó una manzana que el abogado tucumano aceptó pero nunca llegó a conocer.
“Alberdi, e incluso Arroyito y parte de La Florida, es donde más se han notado propiedades a la venta. Esto tiene que ver un poco con la seguridad, la superficie de los grandes inmuebles de esas zonas y que cuando estás en ese nivel socioeconómico, la tendencia es ir a vivir a un barrio cerrado fuera de Rosario o a un complejo de torres con amenities”, explicó José Ellena, referente del sector inmobiliario de la ciudad.
Aseguró que los grandes y tradicionales inmuebles “son los menos requeridos” en La Florida y que en esa zona “el índice de ocupación del suelo es muy bajo y hay ya algunas fracciones medianas y lotes de entre 800 y 1.000 m2 que se reconvierten en pequeños complejos habitacionales”. Sumó que los rosarinos que buscan irse del centro o de un departamento a una casa priorizan el sector norte por sobre otros sectores de la ciudad: “Es lo más solicitado en comparación a Fisherton, por ejemplo, porque son barrios netamente residenciales”.
Como ejemplo, Ellena mencionó algunos condominios que ya se encuentran habitados sobre la barranca, con otros que están en avanzada etapa de construcción, a tan sólo unas cuadras de la manzana 23 que el fundador del pueblo que precedió al barrio, José Nicolás Puccio, le donara al propio Juan Bautista Alberdi. La misma, hoy, está comprendida por Superí, Maza, Freyre y Alvarez Thomas, frente a la plaza Santos Dumont, y Puccio no sólo homenajeó a Alberdi dándole nombre al pueblo con su apellido sino que, además, le brindó esa porción de tierra por un viejo anhelo del abogado tucumano.
Es que en una carta fechada en Roma en mayo de 1856, Alberdi le contaba a Juan María Gutiérrez, entre otras cosas, que su “sueño dorado” era habitar “en algún lugar de nuestras campañas de América ¡Ojalá pudiera tener una bonita quinta cerca del Paraná, o en el Rosario!”. Sin perder el tiempo, Puccio le cedió la manzana mencionada a Alberdi, quien se enteró unos meses después de esto, ya que la carta que le envió el fundador del pueblo que llevaba su nombre tardó más de lo debido en llegar a Europa. Aceptó con gusto la donación, pero jamás pudo conocerla.
La manzana 23 que Alberdi aceptó, pero nunca conoció
El 6 de julio de 1876, Alberdi se funda como pueblo por José Nicolás Puccio. Admiraba tanto a quien fue uno de los precursores de la Constitución Nacional de 1853 que al pueblo le puso su nombre. El mismo día, la Legislatura provincial informaba a través de La Capital que quienes tengan propiedades en el nuevo pueblo “quedarán eximidos del pago de impuestos por el término de cinco años”, con el fin de promover su población.
Puccio le donó la manzana 23 del pueblo a Alberdi, pero no fue una elección al azar: la parcela guardaba un significado histórico especial porque allí se había instalado el cuartel general de Justo José de Urquiza en su lucha contra Juan Manuel de Rosas, de quien Alberdi fue opositor. La manzana, hoy, es la comprendida por Superí, Maza, Freyre y Alvarez Thomas, frente a la plaza Santos Dumont, y el propio Puccio, para donársela al abogado, se la compró a Vicente Fidel López, hijo del autor del Himno Nacional, Vicente López y Planes.
La zona que hace casi un siglo y medio buscaba poblarse hoy corre una suerte inversa. Aunque los condominios en el sector de la barranca y alrededores, según Ellena, son “una buena salida porque la gente que busca vivir en ese barrio lo hace porque es bien residencial”, los grandes espacios característicos de la zona perdieron su esplendor y hay varios inmuebles a la venta.
Las grandes casonas de Alberdi y La Florida, de a poco, pasan a ser un símbolo de algo que ya pasó: “En su momento, marcaron un status y era el top del status. Ahora se han reconvertido. Si caminás por Colombres, casas deben quedar muy pocas porque se han transformado en emprendimientos gastronómicos o en condominios de viviendas en propiedad horizontal. Dos de cada tres casas sobre la barranca se reconvirtieron”.
Al respecto, Ellena explicó que las exigencias actuales no cuadran en las proporciones de estos inmuebles: “Un terreno de esos, de 1.200 o 1.500 m2, sobre la barranca, ya no está en el pedido del rosarino. Sobre todo por el mantenimiento que llevan. También tiene que ver con la valoración de la tierra. Si sabés que no tiene demanda, lo mantenés como una casa. Pero si sabés que eso como un desarrollo te lo pagan bien, bienvenido sea”.
La disputa con Saladillo
Uno de los orígenes de la constitución de esas grandes casonas viene desde Saladillo, sector con el que Pueblo Alberdi compitió por varios años por ser la zona de esparcimiento y recreación por excelencia.
Con la llegada de Manuel Arijón (pionero del barrio Saladillo) a la ciudad y su ambición para poner a la zona como referencia en temporada de altas temperaturas, compitió con Pueblo Alberdi para convertir a Saladillo en el lugar de veraneo y recreación en Rosario. En 1885 levantó un balneario, al que le iba muy bien.
A partir de 1919 pueblo Alberdi se incorporó como barrio a la ciudad de Rosario. Una de las primeras ideas de Puccio era conformar, cerca de Rosario un lugar de trabajo y descanso cerca del río; algo que terminó sucediendo ya que el plan original de Arijón en la zona sur decayó cuando, según expusieron María Cecilia Civilotti y Miguel De Marco (h) en “Nacidos en la ribera”, el frigorífico Swift se instaló en Saladillo, en 1924, y provocó “grandes cambios” en el barrio: “Familias obreras se afincaron en la zona y las familias adineradas, no conformes con los cambios y las emanaciones que se desprendían del frigorífico, se mudaron a la zona de Alberdi”. Paradójicamente, hoy son más los grandes inmuebles que están en venta.
Alberdi nunca conoció el pueblo que después se hizo barrio de Rosario y que lleva su nombre. La manzana 23 fue heredada por varios ahijados; en 1890, fue adquirida por una sola persona y en 1919, cuando el pueblo pasa a ser un barrio de la ciudad, fraccionada y vendida a varios propietarios.
FUENTE: Tomás Barrandeguy – www.lacapital.com.ar