La tradicional parrilla de Nueva Pompeya cumple 100 años y se encamina hacia la quinta generación de una tradición de barrio y familia. Uno de los viejos boliches de Mar del Plata que vivió de todo y aún tiene años por delante.
Nueva Pompeya concentra muchas de esas típicas esquinas antiguas de Mar del Plata, en las que parece que el tiempo se detuvo. Barrio cercano al ferrocarril, uno de los más antiguos de la ciudad, como todo lo que rodea la estación, se forjó al ritmo del tren y el trabajo de los primeros vecinos que se afincaron. En ese contexto, hay una de esas esquinas que se mantiene exactamente igual desde hace un siglo: parrilla “Jorgito”, un lugar por el que pasaron generaciones de marplatenses en busca de un rato de distracción y un buen asado.
Quienes no conocen aún este lugar y pasan por la puerta, no dudan que tiene una larga historia en esa esquina de 11 de Septiembre y 14 de Julio. Es que el local en el que funciona el restaurante habla por sí solo. Es el estilo arquitectónico que predominó en la ciudad hace más de un siglo, las primeras construcciones, de las que quedan muy pocas. Y la ubicación, una esquina, coincide con el rubro original con el que abrió el local: un almacén con despacho de bebidas.
“Es un emprendimiento familiar, es parte de la tradición de la familia, imaginate en 100 años la cantidad de cosas e historias que pasaron por acá”, comentó Ezequiel Salvador, uno de los responsables del negocio junto a su padre y su hermano. “Continuar con esto también es una responsabilidad por la historia, es ya parte del patrimonio de Mar del Plata”, señaló en diálogo con 0223.
Mientras recorre la antigua barra que se mantiene casi intacta desde hace un siglo, Ezequiel menciona que “es la misma gente la que demuestra que se siente parte del lugar y de la historia, muchas veces me hacen emocionar, gente que llora porque se acuerda de sus padres o abuelos en este lugar”. Mientras en el lugar empiezan los preparativos para una nueva jornada de trabajo, Jorge Salvador, el papá de Ezequiel, nos ofrece algo para tomar. La carta es acotada: parrilla a las brasas, el tradicional asado banderita -“lo trajo mi abuelo en los ’50, dice-“, y la comida que siempre se marcha al momento. Para amenizar la espera, una empanada de carne cortada a cuchillo. Manteles de papel común en mesas plastificadas. Vino, siempre.
“En un principio, esto era de la familia Núñez”, acotó Jorge Salvador, referente del lugar desde hace décadas. “De hecho, uno de los hijos de Núñez, el dueño original, se quedó a trabajar con nosotros cuando mi familia se hizo cargo, y estuvo aquí hasta sus últimos días”. Según Jorge, el lugar comenzó como un almacén con despacho de bebidas y “contaba con unas 200 libretas negras donde se anotaba el fiado, y en la mayoría de los casos se pagaba a principio de mes, cuando la gente cobraba”.
“Con el correr de los años, se agregó el concepto de parrilla y también transitó el camino del bar, un lugar de mucho encuentro social, literario y político”, señaló Jorge y remarcó que el nombre original fue almacén y despacho de bebidas “El Progreso”, nombre que aún puede verse grabado en la pared sobre la entrada principal, por la esquina.
Flanqueado por cuadros de Gardel y Charly García, Jorge explicó que su papá trajo el asado banderita, “que innovó porque anteriormente era todo asado al asador”. “Acá, cuando la gente se sentaba se le hacían solamente dos preguntas: ‘¿tinto o blanco?’ y ‘¿con cebolla o sin cebolla?’. Eso era todo. Luego se les servía la comida, siempre todo de primera calidad. Mi viejo enseguida les daba chorizo, morcilla, chinchulines, mollejas, riñones y, por supuesto, el asado. Era tenedor y canilla libre”, recordó.
En las paredes de “Jorgito” hay cientos de cuadros e imágenes de todas las épocas y variedades, pero hay dos temáticas que sobresalen: Independiente y la Unión Cívica Radical. Según contó Jorge, hace años en Mar del Plata había otro lugar que planteaba similitudes y diferencias con la parrilla, y era “La Reforma”, un viejo almacén de picadas de Pedro Cambiasso que estaba en San Luis y Belgrano. “Pero ahí eran de la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente), y tenían fotos de Frondizi, y acá siempre fuimos “balbinistas”, es decir, afines al dirigente radical Ricardo Balbín. “Acá nos identificamos pero nunca jamás a nadie le impusimos nada, siempre vino gente de cualquier pensamiento. La identificación con la UCR viene de los orígenes humildes del barrio ya que había otros sectores más identificados con los conservadores”, sostuvo.
Lo mismo pasa con el fútbol: en las paredes del comercio resaltan antiguos cuadros de épocas pasadas del Club Atlético Independiente. Desde Érico a Gustavito López y del Palomo a De la Mata, pasando por los años dorados del Rojo, en que supo erigirse como el máximo ganador de la Copa Libertadores de América, posición que a pesar de los años de sequía aún ostenta, con siete conquistas. “Por ejemplo, en aquellos años Quilmes era presidido por el hermano del dueño de la fábrica de hilos Deyacobbi, que era un referente conservador, e Independiente era más popular; inclusive se fundó en la esquina de este local, y por eso también siempre la afinidad con Independiente de Avellaneda”, expresó Jorge Salvador.
“Mi papá, si no tenías plata, te atendía igual; lo hizo toda la vida”, recordó Jorge mientras recorríamos el salón. “Jaroslavsky vino a comer, Raúl Alfonsín pasó una vez por el local, al igual que Balbín. También venían a comer Leopoldo Moreau, y don Ángel Roig, pero ‘Jorgito’ siempre fue la síntesis de lo social. Venían tanto los obreros como gente de negocios o profesionales, pero para todo el mundo la mejor calidad y atención de siempre”.
“Esa fue siempre nuestra política -agregó Ezequiel-, estar con la gente común. Y valoramos mucho a los que nos eligen, porque quieren comer tranquilos y charlar sin apuros, todo relajado”. El joven destacó que en la actualidad concurre mucha gente de la música, del periodismo, del ambiente radial, “pero siempre los vecinos y nuestra clientela, y acá la pasan bien”.
Por último, Ezequiel señaló que su idea es que haya ‘Jorgito’ “por muchos años más porque no sólo es nuestro negocio sino nuestra casa, hay un sentimiento”. “Yo nací acá y hoy está mi hija, la quinta generación. La idea es continuarlo, mi fuente de trabajo es esta y tengo la suerte de hacer lo que me gusta”, sintetizó.
FUENTE: Samuel Zamorano – www.0223.com.ar