La Torre de Babel es un relato del Génesis que cuenta cómo la humanidad, que hablaba una sola lengua, decidió construir una torre que alcanzara el cielo para hacerse famosa. Dios, al ver la arrogancia y el orgullo de los hombres, decide castigarlos, haciendo que no se entiendan entre sí. La historia es una advertencia contra la soberbia y la ambición desmedida. El actual intendente de Mar del Plata parece no haber leído nunca este pasaje bíblico.
Pese a haber estudiado en el Peralta Ramos, tradicional colegio católico de la ciudad balnearia, Guillermo Montenegro no conoce límites para su apetito empresarial bajo la lógica Pro – libertaria de privatizar o vender. Incurriendo en figuras como “padrinazgo“, modificó el nombre de plazas, lo cual sólo puede hacerse con la aprobación del Consejo Deliberante y rebautizó con publicidad no autorizada espacios públicos.
Además otorgó concesiones y permisos para que empresas gastronómicas puedan funcionar dentro de la Villa Victoria Ocampo y otros museos y arrendó zonas de playas abiertas para la realización de eventos deportivos que poco o nada aportan a una ciudad sumida en el abandono y la desocupación.
El año pasado promovió la entrega de lotes que pertenecieron a un Centro Clandestino de Detención durante la última dictadura para que se construya un bar y destilería de gin y en la actualidad está en pleno conflicto con el gobernador Axel Kicillof por un pedido de “municipalización” de la zona de Punta Mogotes (donde los terrenos son 70% de la Provincia y 30% del municipio) para poder hacer un emprendimiento con las características de Puerto Madero, lo que significaría un gran negocio dentro de su gestión.
Al mismo tiempo Montenegro ataca a la cultura, desmantela la histórica Biblioteca Municipal, hoy reducida a sólo un espacio de lectura y vacía el Museo de Ciencias Naturales bajo el pretexto de “modernización“.
Mercado inmobiliario S.A.
No quedan fuera de esta ecuación los negocios en terrenos exclusivos o chalets patrimoniales. Con artilugios que ya fueron detectados y denunciados por conservacionistas hace varios años, Mar del Plata está perdiendo gran parte de su acervo cultural en manos de un falso progreso. Distintas propiedades fueron “refuncionalizadas“, como sucedió en el Chalet “La Matilde” (Hipólito Yrigoyen y Boulevard Marítimo) donde abrió un local una reconocida cadena de comida rápida o la ya conocida “puesta en valor”, que consiste en dejar sólo la fachada del inmueble y utilizar todo el parque o jardín, quitando el entorno que les da el carácter patrimonial, para construir en vertical.
Este último ejemplo parece ser el caso de “La Robla”, un desarrollo inmobiliario ubicado en Alem y Gascón, dentro del histórico barrio de Stella Maris y a una cuadra del mar. Sobre esa manzana se ubica el chalet de María Frers de Mahn declarado de interés arquitectónico, que será refaccionado para instalar un comercio gastronómico.
También conviven en el mismo predio otros dos inmuebles del reconocido arquitecto Alula Baldassarini. Ahí se planea emplazar una torre de 35 pisos con más de 128 metros de altura en una zona donde no está permitido exceder los 7 metros de construcción en alto. Pero este dato no fue un problema para el intendente que con mayoría en el Concejo o con facultades especiales siempre logra torcer la balanza a su favor.
En tiempo récord logró la aprobación de una ordenanza que por “excepción“permite la edificación de la lujosa Torre y que además autoriza a la firma Paisajes Urbanos MDP S.A. y a su presidenta Florencia Miconi a adoptar indicadores urbanísticos por fuera de la norma.
Como si fuera poco, la empresa presentó en enero un estudio preliminar de impacto ambiental cuyo informe fue firmado por la arquitecta María Emilia Luján Muller, que curiosamente es la esposa del secretario de Obras y Planeamiento Urbano, Jorge González, encargado de aprobar todo el proyecto. La construcción se ubicaría en la manzana lindera a la Unkkany Tower de 19 pisos, construido también por un pedido de “excepción“, en el predio del Chalet Ave María, que fuera propiedad del músico Mariano Mores.
Un freno provisorio
Desde un comienzo, vecinos junto a Cesar Ventimiglia de la Asociación Civil Mirada Ciudadana y Surfrider salieron al cruce cuestionando la aprobación de la norma a la que consideraron un “abuso de poder“ que le da legalidad al proyecto inmobiliario pero que de ningún modo, expresaron, le da “legitimidad“.
La conservación de chalets patrimoniales, los conos de sombra de 350 metros que proyectaría un edificio de estas dimensiones, más los tubos de viento que generarían un cambio climático en la zona son parte del impacto cultural y ambiental no contemplado por el intendente y expuestos en la denuncia que hicieron ambas asociaciones ante la justicia.
Finalmente la semana pasada el juez Simón Isacch, del juzgado en lo Contencioso y Administrativo número 1 del Departamento Judicial Mar del Plata, hizo lugar a la cautelar solicitada por las organizaciones y ordenó suspender la ordenanza municipal que autorizó en un principio la construcción de un edificio de 35 pisos en esa zona.
Mientras se espera la sentencia definitiva en la causa, la medida suspende el inicio de obras porque podría provocar, según el propio magistrado, “daños irreversibles, demoliciones y transformaciones sobre propiedades de las parcelas involucradas en un barrio histórico”. Esto les da un breve respiro a los marplatenses que muchas veces son testigos involuntarios de cómo su propia ciudad es demolida y sucumbe bajo los escombros de los intereses empresariales.
FUENTE: Juan Candeloro – www.tiempoar.com.ar