A principios del siglo veinte, Juan Camet decidió donar al Club Mar del Plata parte de las tierras que la familia poseía al norte de la ciudad para realizar actividades hípicas. Años más tarde, con el prestigioso club extinto, la Comuna adquirió terrenos anexos y dio vida al parque de más de 100 hectáreas. En la década del ’60 la administración decidió sumar un atractivo al predio que cuenta con un espejo de agua creado a partir de la desembocadura del arroyo La Tapera: un lago de cisnes.
No se trataba de un lago con aves reales, sino que los cisnes eran embarcaciones de madera con tracción a sangre en la que podían disfrutar de una jornada de “navegación” una o dos personas. Esta iniciativa fue bien recibida por marplatenses y turistas que cada fin de semana colmaban el parque con el simple objetivo de dar una vuelta en las particulares atracciones a cambio de un cospel.
Los cisnes que supieron ser furor durante décadas resistieron estoicos hasta 1990, cuando el fin de la concesión hizo que las aves de madera que aún quedaban en la orilla del lago artificial rodeadas de mojarritas, caracoles manzana, biguás, gallaretas y libélulas fueran abandonadas en un galpón y quedaran en el recuerdo.
Alarmados por el estado del Parque y con la idea de devolverle el brillo del que había gozado en plena explosión del turismo social, la Asociación Amigos de Parque Camet y el reconocido periodista Eduardo Zanoli -administrador ad honorem del predio- propusieron en 2011 a la gestión del por entonces intendente Gustavo Pulti recuperar el lago de los cisnes.
La iniciativa contó con el apoyo de funcionarios y organizaciones no gubernamentales, pero cuando llevaron a la práctica se encontraron con dos dificultades: el curso del agua había cambiado y por lo tanto ya no sería posible que las aves recorran todo el espejo de agua y la segunda que era imposible recuperar las embarcaciones que habían quedado arrumbadas en un depósito.
Para sortear estos inconvenientes, desde la Asociación Amigos de Parque Camet decidieron sustituir las tradicionales embarcaciones de madera por otras de fibra de vidrio que se realizó una empresa instalada en el Parque industrial de la ciudad y que contaba con el mismo mecanismo de tracción a sangre que las icónicas de los años 60 y, para solucionar los problemas de recorrido de los cisnes generaron un sistema de rieles por el que transitarían las aves en el sector oeste del Parque.
Una vez que la fábrica entregó la decena de cisnes, los integrantes de la Asociación se dieron a la tarea de pintarlos prolijamente de un plano pleno blanco con dos únicos detalles: los ojos redondos celestes y el pico naranja menos uno, que evocando la tradicional obra de Piotr Tchaikovsky, estaba pintado de negro
La puesta a punto de los cisnes llevó un mes y días antes de su inauguración en diciembre de 2011, el titular de la Asociación, Sergio Merlini declaraba al Diario El Atlántico que “la obra es una sumatoria de esfuerzos de la Municipalidad y gran cantidad de entidades y particulares que colaboraron”, decía el hombre que entusiasmado explicaba que frente al renovado Lago de los cisnes se instalaría la plaza “Adalberto Vecchiarelli” que contaría con una serie de juegos para las infancias.
Meses antes de la esperada inauguración, el parque sufrió un robo inimaginable: en octubre, la bomba de agua que abastecía el lago artificial. Entonces, desde la Asociación emitieron un comunicado en el que expresaban que “desde hace unos meses estamos trabajando casi sin recursos para recuperar parte de a historia del parque. Ya estamos muy cerca de inaugurar el circuito de los Cisnes para que todo marplatense pueda disfrutarlos nuevamente. Pero los hechos vandálicos y robos nos demoran y nos pegan en lo más intimo”, indicaban.
Finalmente, en enero de 2012 se inauguró el Paseo Lago de los Cisnes con un recorrido de 210 metros y sus nueve cisnes blancos y un cisne negro que era el más requerido por los niños que llegaban al parque. “No hay álbum familiar que no tenga una foto con los cisnes. Es un placer ver que llegamos al final y podemos inaugurar el Paseo, hemos recuperado parte del patrimonio marplatense”, decía Merlini.
Los cisnes funcionaron hasta 2016, cuando finalizó la concesión del espacio. Entonces, el sector oeste del parque comenzó a caer en el abandono, el lago quedó sin agua, los juegos de la plaza dejaron de funcionar, repentinamente las embarcaciones desaparecieron y volvió a instalarse en Mar del Plata el misterio del paradero de los cisnes.
FUENTE: Lourdes Díaz – www.0223.com.a