Son poquitos, pero se lucen. Comienzan a tornarse de color amarillo las hojas de los árboles gingko biloba de la Ciudad. Al atardecer, cuando la luz natural comienza a apagarse, hasta pueden verse de un color dorado. Este árbol es otra de las postales que ofrece Buenos Aires dentro de su paleta de colores: las flores celestes del jacarandá, las rojas del ceibo, rosadas las del lapacho, amarillas de las tipas y blancas y rosas las del palo borracho. Además, se suman los tonos amarillos, rojizos y marrones típicos del otoño.
El gingko biloba es un árbol que no abunda en veredas, parques y plazas porteñas. Al contrario, representan el 0,25% de la cantidad de ejemplares existentes en la Ciudad. Según el último censo de arbolado público, hay 370.180 árboles en veredas y otros 61.866 en espacios verdes. Y el gingko biloba es una de las 260 especies arbóreas.
Son menos de mil y se encuentran algo desperdigados. Aunque la mayor concentración está en el corredor norte de la Ciudad. Existe una formación muy pintoresca en Recoleta, en una de las veredas del Cementerio, sobre la calle Junín. Allí se puede encontrar unos 25 ejemplares, alineados. El muro de ladrillos perimetrales, las esculturas que asoman por encima, y el amarillo de las hojas, conforman una auténtica postal.
Se pueden ver también en el entorno del Parque Thays, en el Parque Naciones Unidas (donde se encuentra la Floralis Genérica); en la Plaza República de Chile y en inmediaciones a la plaza Grand Bourg, en lo que se conoce como Palermo Chico; en esta zona la traza de las calles, con manzanas circulares, aportan singularidad.
Las hojas de este árbol son únicas, imposibles de confundir con otros: parecen abanicos.
La especie es originaria de Asia. Y tiene varias particularidades: se han hallado restos fósiles del Periodo Jurásico (hace entre 199,6 y 145,5 millones de años); se lo cultiva por sus propiedades medicinales; y posee una historia “milagrosa” vinculada a la bomba atómica que Estados Unidos lanzó en Hiroshima, Japón.
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos dejó caer la bomba sobre esa ciudad japonesa, que quedó devastada tras la explosión. Se estima que 80 mil personas murieron en el acto. En un radio de 10 kilómetros de la zona en donde cayó la bomba, todo quedó arrasado. Excepto un ejemplar de gingko, ubicado en un templo.
Aunque en Buenos Aires se dan muy bien, desde el área de Atención Ciudadana y Gestión Comunal explican que el Plan Maestro de Arbolado contempla la plantación de especies autóctonas, como por ejemplo pueden ser las tipas y el jacarandá: “El gingko biloba no se cultiva masivamente en viveros, con lo cual tenemos limitaciones para adquirirlos. Pero más allá de esto, la búsqueda que tenemos es restaurar la biodiversidad local, por eso lo que plantamos mayormente son tilos, jacarandá, liquidambar, crespón y lapachos”, explicaron.
En estos días la Ciudad presentó este Plan Maestro de Arbolado, con el que se comprometió a plantar 22.000 ejemplares; la plantación ya arrancó y esperan completarla para fines de 2023. Incluye las cuencas ribereñas o espacios públicos nuevos, como el recientemente inaugurado Parque de la Innovación, en Nuñez.
En Arbopedia la Ciudad comparte la información sobre este Plan Maestro de Arbolado y hay datos sobre las especies más características. Por ejemplo, un mapa con la geolocalización de las 16 especies prioritarias: palos borrachos, ombúes, tipas, paraísos, plátanos, eucaliptos, fresnos, entre otros. Además, un ranking de las especies más frecuentes en veredas; e información sobre los árboles históricos y culturales.
Otra opción para buscar información geolocalizada es la web desarrollada por Martín Simonyan, arboladourbano.com, que ubica cada ejemplar en Buenos Aires, y otras ciudades argentinas, y permite filtrar por especie y región de origen.
FUENTE: www.clarin.com