La ciudad de la “eterna primavera”, la de las flores, donde el 80 por ciento de la población se siente satisfecho de vivir allí (Encuesta de percepción del periodo 2008-2019), la del milagro que sobrevivió a la violencia que disparaba desde todos los puntos cardinales. Medellín, la segunda urbe más importante de Colombia ha sido también la más elogiada e imitada por muchas metrópolis porque pudo superar su larga crisis ocasionada por distintos terrorismos: el de los carteles del narcotráfico con Pablo Escobar a la cabeza, las guerrillas M19. FARC y ELN, los paramilitares y la represión oficial. Jorge Pérez Jaramillo, arquitecto y urbanista local, ha visto la transformación de su ciudad desde distintas universidades, ha sido director de Planeación de Medellín (2012-2015), donde dirigió la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y es consultado por las intendencias de Rosario y de Santa Fe. Es un observador y protagonista de un proceso que ha tenido muchas luces y que hoy padece fisuras y puntos oscuros. En esta conversación habla de los éxitos y los obstáculos que se multiplican para mantener a la ciudad resucitada. Hablará en La Noche de las ideas.
–Siempre ha vivido en Medellín y eso implica haber visto todo tipo de violencias y la posterior transformación desde distintos puntos de vista. ¿Este largo cambio ha sido un éxito?
–Creo que la ciudad como proyecto es un éxito de la humanidad. No es una ciudad que esté resuelta o que esté cerca de la perfección. Pero si uno se atiene a las condiciones en que se desarrolló, a los indicadores de conflictos, pobrezas y violencias que hemos vivido y a la etapa difícil que estamos atravesando, creo que es exitosa. Todavía tiene brechas sociales, brutales, segregación socioespacial, inequidad muy alta, altos problemas de ilegalidad y de crimen organizado. Medellín es un fenómeno que evolucionó de situaciones muy precarias extremas a finales de los años 80 a ser una ciudad hoy con indicadores muy positivos en muchos aspectos. Cito uno que es crucial: la tasa de homicidios y muerte violenta de Medellín llegó a cerca de 400 homicidios por cien mil habitantes y hoy está por 25 o 26. La tasa de desempleo formal de Medellín en 1990 era del 20 o 23 por ciento y hoy está en menos del 10. A mí me molesta el márketing que hace una propaganda banal sobre Medellín, yo defiendo la idea de del gigantesco esfuerzo colectivo que se ha hecho para dejar de ser un agujero negro. En ese contexto, el balance es un éxito.
–¿Qué papel jugaron la sociedad, los gobiernos, la academia en este largo proceso? ¿Cuánto hicieron para que este plan fuera sostenido en el tiempo?
–En los años del narcotráfico, la violencia la guerrilla, la democracia deteriorada, el país hizo reformas estructurales trascendentales: descentralizó la administración estatal y le dio a los municipios un poder distinto al que siempre han tenido; por primera vez en 1988 elegimos autoridades locales; se redactó la Constitución de 1991, que es una Carta muy moderna, democrática, garantista, que leyó los debates y conflictos que había en el país. Esos 30 años de evolución de Medellín coinciden con la construcción de la democracia. El tránsito de Medellín de la ciudad inviable que fue a lo que es hoy, es el éxito de la democracia local y la participación social.
–Estuve allí en 2014 y conocí el metro, el metrocable (funicular), la biblioteca España, tres protagonistas que, según entendí, habían contribuido a esta gran transformación, ¿fue así?
–El proceso es más complejo. Tiene tres fases, la primera es la del diálogo social y la construcción de la democracia en los 90. La sociedad construyó acuerdos, una visión compartida de largo plazo, decidió priorizar, por ejemplo la superación de brechas sociales. Así, se formó una generación con perfil más moderno y democrático. En los 2000 hubo una gran transformación de políticas públicas de instituciones y surgieron equipamientos urbanos como los metrocables, pero también equipamientos culturales, recreativos, servicios sociales de agua potable, energía, salud pública, etcétera. Jugaron un papel fundamental en completar esa sociedad rota. El metrocable es muy mediático, hermosísimo, una idea muy novedosa, pero lo más trascendental fue la red total de transporte de metros, buses y bicicletas públicas. Eso dio integración social y accesibilidad. Si tú vives en la periferia te están dando acceso a la ciudad, te están integrando a la sociedad. La biblioteca España es muy simbólica y fue muy poderosa por ese mensaje. El Parque de los pies descalzos, de 1998, fue la primera gran señal de que el escenario público podía cambiar. Es una historia bellísima en la que el urbanismo y la arquitectura se han sumado a las políticas públicas, a la participación comunitaria para que la ciudad se transforme. Tú puedes tener buena política, comunidades organizadas, pero necesitas también escenarios espaciales para que la vida cambie y creo que todo eso se ha hecho bien. Se suma el Jardín Botánico, la transformación del Museo de Antioquia con la donación del maestro Fernando Botero y la plaza de las esculturas.
–Pero también han quedado marcas y recuerdos del pasado reciente en la ciudad y en las personas. ¿No?
–Hay quien dice que la ciudad está muriendo de éxito y yo creo que hubo autocomplacencia. Hubo cierta comodidad generalizada y abandono de tomarse en serio los problemas: una frivolización del proceso. Merecíamos disfrutar, celebrar que íbamos avanzando, pero nos quedamos en la fiesta, una actitud muy latinoamericana, y cuando nos dimos cuenta, se nos estaba incendiando la casa. Se abandonaron dinámicas políticas muy trascendentales, por ejemplo, hay cada vez menos participación, menos respeto por las comunidades, menos diálogo social cada vez más demagogia, populismo, egolatría política.. Surgió el grupismo:había asuntos que no eran de grupos, sino de colectivo y que había que defenderlos, por ejemplo, los grandes procesos de planificación. Se había logrado una agenda de largo plazo que no importaba quién era el alcalde, sino un propósito continuado. Medellín logró ser una especie de gran orquesta imperfecta, pero muy avanzada y ahora es una ciudad de solistas: pasamos de ser una buena orquesta a un mal grupo de solistas.
–¿Cómo se percibe la sensación o realidad de seguridad en Medellín? ¿Quedan focos guerrilleros en la región? ¿Narcos?
–El problema más estructural que tiene América Latina y Colombia es el fenómeno asociado a la enorme trascendencia económica política social que tiene el narcotráfico por todas las derivaciones que plantean. Medellín tiene una localización geoestratégica muy compleja, está conectada con el Darién (región selvática que limita con Panamá), el Caribe y el Canal de Panamá y eso la hace una un corredor muy poderoso para esto. Hay grupos ilegales no solo asociados al narcotráfico, también a la explotación minera ilegal, trata de personas, etc. Ustedes saben que en Argentina está creciendo, aquí hubo una evolución de unos carteles muy violentos del pasado a unas estructuras más de grupos económicos. Medellín lo que logró, lo hizo construyendo sociedad, vida pública, política, democracia y desarrollando instituciones. Hoy tenemos problemas en los barrios de micro extorsión microtráfico explotación sexual de jóvenes porque además el éxito de Medellín ha generado un auge del turismo que ha desencadenado, pues una vida distinta a la que siempre tuvimos entonces hay otros problemas, hay otros interrogantes. En estas ciudades latinoamericanas vamos haciendo de la crisis, una forma de vida.
–En escenarios como el argentino (y también en Brasil, Venezuela, Chile, Perú y hasta Estados Unidos) se padece una grieta, un distanciamiento que divide a la sociedad. Esto implica, entre otras cosas, la imposibilidad de desarrollar políticas de Estado. ¿Cómo se ha vivido en Colombia, en particular en Medellín, esta situación?
–Los diferentes aprendimos todos a hablar entre sí y construimos acuerdos de sociedad en los primeros años. Pero, tal como está pasando en América Latina y en buena parte del mundo, la fractura es una estrategia y la sociedad nuestra hoy está completamente fracturada. Hay incapacidad de dar debates como los que se daban antes. En Medellín se entendió que el transporte público, el acceso a la educación y a la salud pública, la seguridad ciudadana no tenían color político, sino que eran asuntos de sociedad y que lo que tenía color político eran otras cosas. Pero ese espíritu se lo ha ido llevando la demagogia populista surgió esa confrontación de buenos y malos y terminamos por no saber muy bien, quién es bueno y quién es malo. Lo único que sabemos es que se están destruyendo políticas públicas, servicios ciudadanos. Se está abandonando la calidad del espacio público y de las estructuras municipales. Hoy, por ejemplo, hay una crisis estructural de degradación de las escuelas por falta de mantenimiento de los equipamientos de educación. Es gravísimo el abandono de los parques y de las áreas verdes públicas; es creciente el deterioro del mantenimiento y el cuidado del patrimonio público en las calles y en los espacios; no hay una política de vivienda social importante; en fin… Eso que tú llamas la grieta es lo que nos está tal vez caracterizando, es el discurso populista que usa las comunidades para ganar las elecciones y para poco más.
–¿Va a transmitir su experiencia en Santa Fe y en Rosario?
–El caso de Medellín no es un ejemplo de copiar. Es una inspiración que puede motivar podemos compartir el aprendizajes. Cuando una sociedad como la de Santa Fe o la de Rosario o la del propio Buenos Aires es capaz de construir acuerdos de largo plazo con suficiente generosidad colectiva con buenos liderazgos y condición de largo plazo, si hay continuidad toda la sociedad progresa. No hay ninguna sociedad que con un acuerdo de largo plazo y un buen liderazgo no pueda superar incluso las peores brechas. Nosotros éramos un infierno, hoy no somos la mejor ciudad del mundo –y claramente nos falta muchísimo para hacer mucho mejores– pero el cambio es profundo.
Jorge Pérez jaramillo. Medellín, 1964. Arquitecto y urbanista
Durante su trabajo en la alcaldía de Medellín 2012-15 dirigió la formulación del Plan de Ordenamiento Territorial POT y un conjunto de proyectos urbanísticos y concursos incluyendo Parques del Río. Fue Alcalde encargado en mayo de 2013. Coordinó la candidatura ganadora del Premio Lee Kuan Yew World City Prize en 2016. Es autor del libro Medellín. Urbanismo y sociedad (Turner).
FUENTE: Héctor Pavón – www.clarin.com