En buena hora: tras una de las mayores crisis de todos sus tiempos, la gastronomía porteña se recupera. Pero con la resurrección reapareció un efecto colateral, el de la circulación dificultada por las mesas en la vía pública. Demasiadas en la vereda o aún en la calle, aunque adentro pueda haber aforo completo; a veces dentro de estructuras o de cortinas de plástico que cortan el paso de los peatones.
Desubicadísimo: hay un restaurante en el boulevard Comodoro Rivadavia que se adueña de la vereda y los domingos no se puede pasar -reclama Joaquín S. (32), vecino de Núñez-. Casi es un riesgo para la seguridad vial, porque para ahorrar tiempo terminás pasando por la calle y si dobla un auto por 11 de Septiembre te agarra”.
Se ven por todas partes, pero más aún en Palermo. Sigue siendo el barrio con más propuestas gastronómicas de la Ciudad, y así como se multiplican los decks en regla, también se agravan las complicaciones para el paso de los peatones. Las pizarras terminan de entorpecer el paso cuando están fuera del área delimitada por las mesas y sillas, algo que prohíbe expresamente el Código de Habilitaciones y Verificaciones de la Ciudad.
Según esa norma, aprobada en agosto de 2020, debe dejarse al menos un metro y medio para pasar a pie en veredas de menos de cuatro metros de ancho, y dos metros si el ancho total es cuatro metros o más.
En Thames y El Salvador, los sábados a la noche es difícil caminar. Las cortinas de plástico que cercan el sector de mesas en la vereda de una pizzería no dejan espacio suficiente para el paso peatonal. A pocas cuadras, quien camine por Serrano desde Gorriti deberá girar a la izquierda al llegar a Plaza Cortázar (más conocida como Serrano), ya que las mesas llegan casi hasta el cordón, que linda con las ciclovías.
“Entre las sillas que se van corriendo y la gente que entra y sale, cuesta circular por acá”, admite Lucía M. (47). Se refiere a la calle Costa Rica frente a Plaza Armenia, que está repleta de restaurantes. Esos y otros locales dejan buen espacio para caminar por la vereda al inicio de la jornada, pero al llegar la hora pico la situación cambia y la caminata se interrumpe por los obstáculos, más aún si hay gente que espera.
Lo mismo se ve cerca del Jardín Botánico en horarios gastronómicos pico, especialmente por el boulevard Cerviño y sobre República Árabe Siria, a metros del Palacio Bellini. También en San Cristóbal, San Telmo, Caballito. En un bar de la calle Riglos las sillas tapan incluso parte de la rampa para personas en sillas de ruedas. En algunos decks de Puerto Madero, apenas queda espacio para pasar entre los macetones y la baranda que da al agua.
Las mesas están incluso en parques y plazas frente a bares o restaurantes. La Guía de Nuevos Usos del Espacio Público del Gobierno de la Ciudad, publicada en septiembre de 2020, establece que ese tipo de expansión debe dejar un metro y medio de ancho para el paso de los peatones. Pero eso no siempre ocurre.
“Un bar de Villa Pueyrredón puso mesas en la plaza Martín Rodríguez, que está enfrente. Mi abuela me dijo que ya ni pasa por ahí porque entre eso y las rejas se le complica. Lo mismo vi en Varela y Cuenca, en Villa del Parque: las mesas ocupan todo pero la vereda es angosta”, cuenta la vecina Yamila R. (30).
Los permisos
Desde 2019 ya no hay que pagar para instalar mesas en la vía pública, aunque no cualquiera puede obtener el permiso para hacerlo. Además de la habilitación del local y la documentación del titular, hay que presentar planos y fotos de la locación, y un croquis de cómo se emplazará esa área, con las medidas del frente del local y del ancho de la acera. Las autorizaciones son otorgadas por el área de Atención Ciudadana y Gestión Comunal.
Estas extensiones gastronómicas son previas a la pandemia. Hoy hay 3.763 permisos para vereda y 184 para montar una plataforma o deck en la calle. La idea es “favorecer el desarrollo económico del sector y la generación de trabajo, y al mismo tiempo estimular toda la cadena de valor, desde la producción de alimentos hasta los servicios e insumos”, indican desde esta área.
En Palermo es donde más se ven las extensiones sobre la calle. En Gurruchaga entre Nicaragua y Costa Rica, en Bonpland y Paraguay, en República Árabe Siria y Santa Fe. Incluso en locales de otros rubros, como uno de fitness en Bonpland al 2000.
Sobre la calle Thames también se observan en cantidad. Por ese motivo es que la línea 39 dejó de circular por las calles internas de Palermo Soho. Aunque el cartel de su ramal 3 anuncie “Plaza Serrano”, sus internos pasan a entre tres y cinco cuadras de allí y los pasajeros desprevenidos suelen darse cuenta demasiado tarde. La línea también 55 se desvió: en esa zona baja por Uriarte en lugar de Thames.
Muchos consumidores están contentos con estas extensiones sobre la calle. Muchos conductores de autos se alejan de la zona porque queda menos espacio para circular y para estacionar. Y están los que consumen gastronomía, pero quieren llegar hasta los locales en auto, por lo que cada vez le escapan más a Palermo.
“Tenía la fiesta de despedida de una amiga en una cervecería de Gurruchaga. Estuve una hora buscando lugar para estacionar y terminé yéndome. Le mandé un mensaje desde el auto para desearle suerte y me volví a casa sin comer ni tomar”, admite Florencia Z. (35).
Los controles
La fiscalización de las mesas en la vía pública está a cargo de la Agencia Gubernamental de Control (AGC). Pero si un vecino ve un local fuera de regla, también puede denunciar. Para eso, debe acceder a https://gestioncolaborativa.buenosaires.gob.ar y, en el buscador, ingresar la solicitud denominada “Local gastronómico que ocupa espacio público con mesas y sillas”.
Allí pueden reportarse bares, cafés, confiterías, heladerías, pizzerías o restaurantes que obstruyan la circulación peatonal con mesas, sillas, plataformas o decks. Tras la denuncia, un inspector de la AGC va al lugar. Si comprueba que el local no tiene el permiso para colocar mesas afuera o instaló más de las autorizadas, labra un acta de intimación.
Si al volver 15 días después el inspector verifica que no se corrigió el problema, emite un acta de comprobación e impone multa. El tercer paso es un acta de secuestro de mesas y sillas. Desde el 1° de enero hasta mayo inclusive se labraron 230 actas de intimación, ocho de comprobación y ocho de secuestro.
En el Régimen de Faltas de la Ciudad, ese tipo de infracciones podrían encuadrarse dentro de las relacionadas con ocupación del espacio público, que sancionan con multa de entre 100 y 2.000 unidades fijas (de $ 5.837 a $ 116.740) al “responsable de una actividad lucrativa que ocupe, por cualquier medio, el espacio público o lugares de acceso público, sin autorización o excediendo las medidas autorizadas o el permiso de uso”.
Fuentes del Gobierno porteño admiten que lo principal es certificar que el local tenga autorización para usar el espacio público con determinada cantidad de mesas y que el resto “son detalles, por los cuales la mayoría de las veces se hacen pedidos o advertencias para que corrijan el problema, más que multas”.
Áreas peatonales ¿transitorias?
Paralelamente, en 2020 el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la Ciudad creó áreas peatonales que en un principio iban a ser transitorias pero ya forman parte estable del paisaje porteño. Más de 20 meses después de su instalación, ocupan parte de la calle, en muchos casos con mesas, aunque también las haya entre el restaurante y el cordón.
Las áreas peatonales empezaron en septiembre de 2020 con círculos y líneas pintadas sobre la calle. Arrancaron por Villa Devoto, Caballito y el Casco Histórico. Siguieron por Belgrano, Palermo, Recoleta, Retiro, Barracas, San Telmo y Boedo. Nacieron como una manera de favorecer el distanciamiento social y permitir consumir gastronomía en el lugar aunque no estuvieran habilitados los salones cerrados.
Se crearon incluso en zonas no gastronómicas, para que los vecinos tuvieran más lugar para caminar o hacer actividades sin aglomeraciones. Es el caso de la de la avenida Triunvirato en el cruce con Olazábal, en Villa Urquiza, que ya fue retirada.
Con el tiempo, algunas de las áreas que incluían gastronomía se sofisticaron con decks cerrados y calefaccionados para soportar el invierno al aire libre. Este año, incluso en meses templados, algunas de están delimitadas por cercas altas, que agregan un nuevo salón afuera cuando hace tiempo es posible sentarse adentro del local.
Hoy quedan 17 de estas áreas peatonales en la Ciudad, según datos oficiales. La mayoría están en Boedo, los viernes por la tarde y la noche, y los fines de semana también por la mañana. Pero también hay en otros 12 barrios porteños, entre ellos Belgrano, Balvanera y San Telmo. La de Palermo, en Nicaragua entre Arévalo y Dorrego, abre casi todos los días de la semana: de miércoles a domingos más feriados, de 12 a 16.30. Como sucede con los desvíos de colectivos, son cambios transitorios que se mantuvieron.
FUENTE: www.clarin.com