El único casco de estancia que queda en pie en la Ciudad está en el Parque Avellaneda. Además de las torrecitas, galerías y mascarones que le ponen sello italiano, las mansardas evocan influencias francesas. Y adentro el hall circular y la escalinata suman aires señoriales. La edificación original era de 1838 pero tres décadas más tarde la reformaron y le imprimieron estas características coquetas.
Sede actual del espacio cultural de la Chacra de los Remedios, el lugar fue conocido también como la Casona de los Olivera. Es que Domingo Olivera compró el predio -uno más grande, de 1.200 hectáreas- en un remate, junto con otro hacendado que dejó el emprendimiento poco después. Luego los Olivera convirtieron al lugar en un centro de explotación y experimentación ganadera y agrícola.
En 1912 el Gobierno municipal compró parte del terreno, donde se producían y se vendían leche, pan y frutas, para hacer el parque. El caserón quedó. Tuvo varios usos, entre ellos, fue sede de escuelas. Y sufrió abandono hasta que, en torno al año 2000, aparecieron los planes de puesta en valor, impulsados por vecinos.
Ahora la casa se planta imponente y sobria, igual que una puesta de sol en el llano.
FUENTE: Judith SavlofF – www.clarin.com