La industria del lujo en general, si bien es muy diversa, demostró resiliencia en esta última crisis: no solamente resistió, sino que creció y se sigue modernizando. Como lo demuestran las últimas cifras de Bain & Company, el mercado de lujo global habrá crecido en 2021 un 4% versus 2019. Pero ocurre que el lujo se resignificó. Después del encierro y las restricciones de viajes, los nuevos valores del lujo pasan por la libertad, la privacidad, la posibilidad de circular, la conexión con la naturaleza, el bienestar y la salud. Sacarle provecho a la vida es el nuevo lujo. Una consecuencia lógica tiene que ver con el deseo de optimizar el tiempo en traslados. El home office, en todo o en parte, llegó para quedarse. La geografía del lujo también se redefine; se relocaliza, se regionaliza, concentrándose en comunidades y afectos cercanos. El “local” cobra vida nuevamente por sobre el “global”.
En este contexto, la pandemia también reconfiguró por completo el esquema inmobiliario en el mundo provocando el éxodo de las grandes urbes a las afueras de la ciudad. En CABA, mientras la propiedad llegó a los valores más bajos de los últimos años, los desarrolladores del verde no pararon de vender lotes. La búsqueda principal es la mejora en calidad de vida, dada por el contacto con la naturaleza, los deportes y las actividades al aire libre. El establecimiento del home office también contribuyó a que muchos apostaran por el cambio.
Esta migración ha provocado un enorme crecimiento de los desarrollos suburbanos tomando particular auge aquellos que incluyen en su propuesta de valor un elemento clave: el agua.
En Miami los proyectos con salida al agua se multiplicaron y los productos con acceso privado al agua subieron de categoría. Sin ir más lejos en Argentina, hay un boom de desarrollos “con agua”, natural, artificial o la combinación de ambas, donde la puesta en escena es la misma. Lotes, casas y departamentos en algunos casos con amarra propia y salida al río o espejos de agua y playa artificial para disfrutar en comunidad. Escenario perfecto para practicar los deportes náuticos.
Esta tendencia de desarrollos anfibios en real estate tiene también su correlato turístico. La multiplicación de los aqua-lodge, eco-resorts en el agua o charters en yates y el creciente auge de los boat shows (sofisticadas ferias donde se venden barcos) coinciden con un boom de venta de yates global, donde por ejemplo en el boat show de Annapolis, Maryland, Estados Unidos hay lista de espera hasta el 2025. Y es que el agua tiene un plus. El valor del agua es tanto metafísico como económico. Evadirse, irse, soltar las amarras, soñar con otros lugares. Y por qué no incluir la vista del horizonte oceánico desde la propia casa, el reflejo del agua de un río en el living, la visual de un lago desde la cocina…
Elegir vivir con un pie en la tierra y otro en el agua es cada vez más la opción de muchos: tener amarra privada, un “cable al mar” todo el año puede condensar la definición del lujo para 2022 en real estate. Esta tendencia híbrida parece poder reemplazar la casa de verano cerca del mar por la casa propia todo el año. Sin pasar por los embotellamientos y asegurándose un espacio ideal si la pandemia se complica. Se cotiza más y más la sensación de transportarse a otros mundos desde la propia casa. Hay un valor agregado en el agua: el sueño de vivir habitando los dos mundos.
Parece que se está reinventando, después de la pandemia y con el miedo latente del rebrote, una filosofía de cómo habitar este mundo, una sed de otros sitios y otras conexiones más allá del Zoom o las plataformas de conexión virtual.
Por todas estas razones, los desarrolladores están capturando el valor del agua para reconfigurar la ciudad, porque cuando hay agua hay potencial. Están valorizando y sublimando la cultura lacustre, marítima y fluvial.
No es casualidad que los lotes al agua se ofrezcan un 30% o 40% más caros que los internos o perimetrales. En tanto algunos desarrolladores se reservan para el final el lanzamiento de los mejores lotes al agua de su proyecto macro. Sin embargo, hay una oportunidad en la comercialización y comunicación del valor del agua más allá del diferencial de precio que no parece estar capitalizándose. “Vender” los atributos del agua, sus valores y el estilo de vida que propone. Intelectuales como el francés Gastón Bachelard, sin ir más lejos, ha escrito sobre la potencia de este elemento en su obra L’Eau et Les Rêves (El agua y los sueños).
FUENTE: Constanza Sierra y Liza Kharoubi Echenique – www.lanacion.com.ar