Un edificio de Mario Palanti, uno de los maestros de la arquitectura argentina, está protegido por ley desde este jueves. La legislatura porteña votó con 54 votos a favor una norma que resguarda el frente del inmueble, ubicado en Balvanera.
Palanti nació en Milán y llegó a Buenos Aires con apenas 25 años en 1909, para participar de la construcción del pabellón italiano de la Exposición del Centenario de la Revolución de Mayo. Ese trabajo fue el puntapié inicial de una carrera en el país, donde plasmó el grueso de su obra, con joyas como el Palacio Barolo, quizá su máximo trabajo, y en donde dejó huellas que van apareciendo.
El edificio que construyó Palanti y recibió este jueves protección patrimonial es un conjunto de viviendas y locales ubicado en Rivadavia 2352/58/60/62, a media cuadra de la estación Alberti del subte A, en Balvanera. Está a solo 1.300 meteros del majestuoso Barolo, una referencia porteña que cobija también varios misterios, incluidos algunos que involucran al propio Palanti.
El proyecto aprobado había sido presentado por la legisladora Cecilia Ferrero (Vamos Juntos), a partir de un pedido de preservación de los propietarios de la construcción.
“En el rol que me toca ocupar como presidenta de la Comisión Especial de Patrimonio, el año pasado me alertaron sobre la falta de catalogación de este edificio, obra del reconocido Palanti”, dijo la legisladora, quien por catalogación se refirió a la inscripción legal del inmueble en la lista de bienes patrimoniales de la Ciudad.
El edificio de Palanti cumple con las condiciones para integrar esa nómina. Por un lado, es una construcción anterior al 31 de diciembre de 1941 -el sello de registro en los planos de Obras Sanitarias data de 1927-, y eso implica que para demolerla o modificarla se debe pedir una autorización del Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales; y por otro lado, tiene características arquitectónicas que lo destacan y exigen su protección.
“Se observan rasgos distintivos de la formación italiana de Palanti como el gran cornisamiento y el arco de medio punto”, calificó el Consejo Asesor de Asuntos Patrimoniales, que recomendó el resguardo del edificio. En su evaluación también destacó: “Entre las marcas personales del arquitecto encontramos las ventanas semicirculares divididas en tres por dos parantes, de inspiración en la tipología de las ventanas termales”.
La vivienda cumple con el registro de Palanti, quien se fue quedando en la Ciudad de Buenos Aires y fue desarrollando obras grandes, chicas y medianas –cines, clubes, edificios, locales– por todos los barrios. Su cliente principal eran familias de la burguesía enriquecida, quienes le encargaban importantes casas de renta.
Palanti no renegaba de la especulación inmobiliaria: sus diseños de plantas revelan un aprovechamiento exhaustivo de los lotes. El edificio de la avenida Rivadavia es un ejemplo típico de residencia con unidades para alquilar. Desde la calle se observan cinco pisos de departamentos y dos locales comerciales. Quien se lo haya encargado deseaba percibir un ingreso.
Pero, entre las edificaciones para la burguesía, Palanti también se hizo tiempo para proyectos innovadores, como la Concesionaria Fevre y Basset (hoy Museo Renault), con una pista de pruebas de autos en la terraza. Y gracias a su paso por el estudio del ingeniero Arturo Prins y el arquitecto Oskar Ranzenhofer, enriqueció sus conocimientos sobre el hormigón armado, fundamental para su obra más reconocida: el célebre Pasaje Barolo, ícono de Avenida de Mayo.
“Este edificio (por el de avenida Rivadavia), por tratarse de un Palanti, tiene más que merecida la protección. Pude visitarlo y constatar su calidad arquitectónica y el excelente estado de conservación, que refleja el amor dado por los propietarios y consorcistas. Me pone feliz que hayamos votado hoy, por amplia mayoría este proyecto”, cerró la legisladora Ferrero.
FUENTE: www.clarin.com