Nacido en Uruguay de padres franceses, José Francisco Chauvin llegó a Mar del Plata en la primera década del siglo XX y compró un predio delimitado las calles Juan B Justo, Matheu, Córdoba y una línea imaginaria entre Hipólito Irigoyen y Mitre. “Dieciocho hectáreas”, comentó hace varios años el arquitecto Roberto Cova cuando lo consultamos sobre la historia de Chauvin, “que se escribe sin acento”, enfatizó el arquitecto para evitar un error común.
En ese predio, Chauvin se dedicó a su especialidad: el cultivo de flores. Y además de levantar su casa, montó una obra maestra del paisajismo ornamentada con fuentes y esculturas. Se dice que el presidente Marcelo T de Alvear y su esposa Regina Pacini fueron dos de los visitantes notorios que disfrutaron aquel recreo.
Chauvin -que fue el florista preferido de la aristocracia- tuvo un local de ventas en la Rambla Lasalle, última de madera, y otro en pleno centro porteño. Todos los días en el tren de las 18 –recordó Cova- partía un vagón acondicionado con sus flores para Buenos Aires. Y en esos cargamentos no sólo iban productos de estación, ya que el florista practicaba cultivos forzados con calderas que climatizaban los viveros a través de conductos subterráneos.
Chauvin se casó pero no tuvo hijos y en 1935 se quitó la vida por causas que sólo se conocen con grado de presunción.
Cova aseguró que los terrenos fueron loteados y vendidos y que la residencia cayó bajo la piqueta en la década del 60. En el predio avanzaría luego la obra del Hospital Privado de Comunidad.
Muchos árboles centenarios que hoy embellecen los parques de la zona fueron sembrados por Chauvin, cuyo apellido identifica aún esa zona. Y unas pocas fotos nos recuerdan los bellos y perdidos jardines del magistral florista.
FUENTE: Gustavo Visciarelli – www.lacapitalmdp.com