Hablando en primera persona, como joven y como rosarino de nacimiento, hoy un fuerte sentimiento me lleva a hacer estas reflexiones. Un sentimiento generado por el amor que le tengo a mi ciudad y por una carencia o especie de rendición a una expectativa de potencial que tiene Rosario y no se termina de aprovechar.
Al haber leído y estudiado sobre la Historia de Rosario, uno se empieza a preguntar e indagar sobra los distintos logros, hitos y aventuras que pasaron en nuestra tierra. Y el resultado de esa indagación lo ve reflejado en la diagramación de la ciudad, la penetración del ferrocarril en nuestra cultura y nuestra urbe, la importancia de la costa portuaria como ventana hacia el mundo y la llegada de inmigrantes. Y lo más innegable y auténtico, desde mi punto de vista, los edificios de Patrimonio Histórico que se desparraman por todo el ancho y largo de la ciudad.
Cuando hablo de estos inmuebles me refiero a historia viva, a construcciones de más de 100 años, a emblemas y monumentos, a símbolos de arquitectura utilizados hoy como tema de estudio.
Mas allá de que el centro de la ciudad está en un proceso de transformación para hacerlo más habitable, amigable y con menos tránsito, estas propiedades hoy no tienen una contención en su contexto que, como decía en el primer párrafo, las ayuden a alcanzar el potencial turístico y de valor que el centro de Rosario y los rosarinos merecen.
Cuando hablo de contexto me refiero a sus facilidades, a su mantención en términos de fachada, a quitarle contaminación a sus veredas, a crear un ambiente ameno para su admiración y visita.
Para nombrar un ejemplo claro, la esquina de Corrientes y Córdoba, tremendamente concurrida, está compuesta por cuatro edificios de gran historia y valor.
• Edificio de la Bolsa de Comercio (del año 1929), realizado por el arquitecto Raúl Rivera y con detalles realizados por un grupo escultórico.
• Edificio La Agrícola (de 1907), creado por el arquitecto Collivadino y de estilo del renacentismo italiano.
• Edificio La Inmobiliaria (1914), del arquitecto Buschiazzo yde estilo academicista francés.
• Edificio Ex Palace Hotel (de 1920).
Toda esa historia esta encapsulada en una sola esquina de Rosario, pero en vez de aprovecharse su potencial para ser un lugar emblemático y de paso obligatorio para obtener una postal turística, con oferta gastronómica y comercial, hoy es un cruce en el cual cientos o miles de peatones tienen que amontonarse por la intervención de un semáforo que habilita al cruce de autos e incontable cantidad de colectivos generando una contaminación sonora y tóxica que le quita su romanticismo a la esquina. De las cuatro ochavas, la más perjudicada es la de La Agrícola, sobre la que recae una improvisada parada de colectivos en la cual la gente no tiene espacio para aguardar el transporte, haciendo que el transito peatonal sobre su vereda se haga imposible, sumado al basural que se genera por los desperdicios que la gente produce durante toda la jornada diurna y ya entrada la noche con los últimos pasajeros.
Rosario hoy tiene la posibilidad de dar el salto de calidad que todos esperamos, tiene las herramientas para dar un paso hacia adelante. Depende de nosotros darle el valor que se merece nuestra historia. No lo digo yo, lo dicen las estadísticas que marcan un constante crecimiento de turistas que se acercan a la ciudad para conocer nuestra historia.
Y depende de nosotros que esa historia sea bien contada.
FUENTE: Patricio Carey – lacapital.com.ar