La radio que se escucha desde una obra en construcción quiebra la paz de la hora de la siesta. Al lado una casa antigua tapialada, con destino de picota; varios locales abandonados y un gran terreno vacío donde se adivinan los cimientos de otro edificio. Una mujer, pollera corta, tacos altos, camina la vereda angosta en busca de clientes. Nuevos proyectos, viejos oficios.
A contrapelo del parate que atraviesa el negocio inmobiliario, la calle San Juan se muestra en transformación. Cinco años después de que se pusiera en marcha un plan especial para la reconversión de las cuatro cuadras que van de Maipú a Entre Ríos, el municipio otorgó una decena de permisos de edificación y hubo otra veintena de trámites relacionados con nuevos emprendimientos. Y ahora se busca consolidar ese proceso, sumando incentivos para la renovación edilicia de una de las zonas más opacas del área central.
El mensaje del Ejecutivo, con el Nº 60/19, llegó la semana pasada a la comisión de Planeamiento y Urbanismo del Concejo Municipal. La iniciativa busca extender la vigencia de la ordenanza promulgada en 2014 que alentó nuevas construcciones en el tramo de San Juan que se extiende entre Maipú y Entre Ríos.
El grueso expediente al que accedió La Capital establece los indicadores urbanísticos y las condiciones para la construcción de nuevos edificios para el área enmarcada entre las calles Entre Ríos, Maipú, San Luis y Mendoza.
La propuesta especifica una altura mínima para las nuevas edificaciones de 6 metros (planta baja y un piso) y máximas que oscilan entre los 23 y los 30 metros (entre 9 y 12 pisos, aproximadamente) y, al mismo tiempo, permite la unificación de lotes para la concreción de proyectos de magnitud, en superficie y en altura.
Pero además unifica los criterios de construcción para ese sector de calle San Juan, con los de otras zonas del área central, incorporando la posibilidad de establecer “propuestas de articulación”, que fomenten la convivencia de viejas y nuevas edificaciones, y “proyectos edilicios especiales”, aquellos donde se autoriza variar los parámetros de alturas máximas y distancias establecidos para la zona.
También contempla una serie de beneficios adicionales. Por ejemplo, permite la realización de ampliaciones, “teniendo en cuenta la situación económica actual que limita, en muchos casos, la posibilidad de realizar una renovación edilicia total del sector”, elimina las contribuciones que pagan los desarrolladores por excederse en altura y reduce a la mitad la compensación económica prevista en el régimen diferencial para el desarrollo de proyectos especiales.
En marcha
La propuesta enviada al Concejo Municipal para prorrogar la vigencia del programa para la renovación de la zona incluye también una evaluación de la marcha de la iniciativa.
Según datos de la Dirección General de Fiscalización Urbanística del municipio, en los últimos cinco años, se tramitaron 397 certificados urbanísticos y 352 licencias de uso y libre afectación (Lula) para distintos inmuebles de la zona.
Los certificados urbanísticos son algo así como el DNI de cada lote de la ciudad, donde se indica cuáles son las normas que afectan cualquier proyecto de arquitectura, el primer paso para tramitar cualquier permiso de construcción. Las Lula acreditan el tipo de emprendimiento se puede proponer en cada lugar y son imprescindibles para la habilitación de comercios e industrias; lo que indica que la zona no sólo despertó interés entre desarrolladores inmobiliarios, sino también para el establecimiento de nuevos comercios.
Datos
Por otra parte, de acuerdo al informe del área de Proyectos Especiales de la Dirección General de Obras Particulares, desde la promulgación del plan especial San Juan se otorgaron 9 permisos de edificación y se iniciaron otros 22 trámites con vistas a desarrollar nuevas construcciones (17 registros, tres visaciones y dos circulares 34, para más precisiones).
Parte de ese proceso ya se hace visible con sólo recorrer la zona. La cuadra que va desde San Martín hasta Mitre es un buen ejemplo: en esos cien metros conviven el edificio de 14 pisos que se levanta en el terreno donde estaba el famoso restaurante Rich, una construcción antigua tapialada, un lote demolido en la vereda de enfrente y varios locales cerrados.
En las cuadras que siguen hay hay lugares que son parte de la historia del barrio, pero permanecen olvidados, como el clausurado mercado Santa Rosa, donde actualmente hay apenas una verdulería, o el local que ocupó el antiguo supermercado La Porteña, abandonado hace décadas.
Todo esto conviviendo con numerosos tramos vallados, letreros que prometen el desarrollo de nuevos edificios y extensos locales que alojan comercios de artículos para pesca, cotillón, bazares, bicicleterías y ferreterías; algo en la zona empieza a cambiar.
Renovada.
La arteria ya muestra signos de cambios profundos en su fisonomía, algo que se acentuará con el correr de los meses.
FUENTE: Carina Bazzoni – www.lacapital.com.ar