Un estudio de la Cornell University de mediados del año pasado ya establecía que la contaminación de superficies en espacios públicos es de “gran importancia para minimizar la propagación de enfermedades”.
Esas palabras suenan con mayor fuera hoy en medio de una pandemia, pero es mayor la sorpresa cuando se lee el párrafo referido a ascensores. “Cuando un gran número de personas comparte espacios públicos en las proximidades, la transmisión aérea de enfermedades se vuelve común, especialmente en espacios cerrados como habitaciones pequeñas y ascensores”, decía el artículo firmado por las investigadoras Rae Brigham, Meghana Machireddy y Yohan Sequeira.
El informe determinó las condiciones de vulnerabilidad que tiene una persona dentro de una cabina de ascensor. El estudio que lleva el sugestivo nombre “Don’t Breathe on Me” (No respires en mi) nació para determinar cuán riesgoso puede ser un viaje en el elevador, teniendo en cuenta las condiciones que impone la pandemia.
La investigación de Cornell determinó que el aliento de una persona llega cómodamente a expandirse a 1,5 metro (por lo menos) desde su boca o nariz. Así, cualquier pasajero puede infectar a otros dentro de la cabina, e incluso, impregnar las superficies de la misma.
Los expertos estadounidenses aseguran que, además, algunas condiciones reglamentarias de los ascensores podrían ser peligrosas, como la ventilación de cabina que genera corrientes de aire que incrementan las distancias de contagio y distribuyen los gérmenes por todo el cubículo.
La empresa de ascensores Servas parece haber encontrado una solución: La aireación forzada por pared individual de aire. El sistema genera un flujo de aire limpio o filtrado que corre en forma vertical (de arriba hacia abajo) y envuelve a cada pasajero por separado para evitar que el aliento y las partículas infecciosas se esparzan por la cabina. Además, renueva el aire de cabina cada 6 segundos.
Pero los riegos subsisten. A medida que la cuarentena se va flexibilizando, el uso oficinas, shoppings, fábricas y hoteles llevará al uso de ascensores que fueron pensados para una situación de salud diferente a la actual.
“Todas las recomendaciones coinciden con que se debe guardar dos metros de distancia entre las personas, que hay que evitar recintos cerrados, que no hay que tocar superficies contaminadas. Y las únicas soluciones en ascensores para minimizar el contagio es viajar de a un pasajero por vez en cada cabina, o que viajen entre dos y cuatro pasajeros en una cabina para 20”, explica José Aizpun, presidente de Servas.
Su empresa desarrolló una solución compuesta por otros tres sistemas además de “La aireación forzada por pared individual de aire”: rayos ultravioletas UV-C, renovación de aire total en pocos segundos y botones de accionamiento sin contacto.
Los rayos ultravioletas desinfectan una cabina en 30 segundos y eliminan un 99% de los gérmenes. Este sistema funciona cada 15 minutos a través de una computadora que opera el sistema cuando el ascensor se encuentra sin demanda, sin pasajeros y con la puerta cerrada.
Alta renovación de aire es un sistema combinado con el efecto de pared de aire, pero que permite con diferentes velocidades del fluido lograr menor consumo eléctrico y lograr una alta renovación de aire completa de cabina en 6 y hasta 10 segundos.
La última novedad son las botoneras exteriores que se operan sin contacto directo y actúan por proximidad. Así, se elimina otra posibilidad de contagio por contacto de pasajeros.
FUENTE: www.clarin.com