Hace casi 100 años, el empresario italiano Emilio J. Valsecchi le encargó a Mario Palanti la construcción de un edificio de oficinas con locales comerciales en planta baja. La obra, que se proyectó en 1919 y finalizó en 1924, se ubica en un sitio privilegiado de la Ciudad: la esquina de San José y Alsina, a pocos metros de la Avenida de Mayo y la 9 de Julio. Muy cerca de ahí, se levantó durante el mismo período el Pasaje Barolo, la obra más célebre del arquitecto italiano.
Hoy, este edificio conocido como Palacio Valsecchi está en venta. Con un total de 16.638 m2 distribuidos entre el subsuelo, planta baja y cinco pisos, los niveles se caracterizan por tener ambientes iluminados naturalmente mediante grandes claraboyas corridas que coronan cada uno de los patios.
Para el arquitecto Federico Ortíz, especialista en patrimonio, esta obra demuestra la enorme capacidad creativa de Palanti, que podía generar proyectos muy disímiles entre sí: “Figura paradojal, evoluciona desde el más acentuado y rimbombante academicismo itálico a una especie de expresionismo arquitectónico inédito y barroquizante, también poseído de una buena dosis de truculencia formal. Palanti es sin duda poseedor de una portentosa imaginación, sus proyectos son casi siempre grandes y también casi siempre espectaculares. Es un raro fenómeno, difícil de ubicar e imposible de entender sin asimilarlo a determinada manera de ser esencialmente italiana, exuberante y tempestuosa”.
Sobre la condición patrimonial del Palacio Valsecchi, Jorge Antúnez Vega, de la inmobiliaria responsable de la comercialización, aclara: “Está en buen estado de mantenimiento. Adicionalmente posee escalera de incendio con antecámara presurizada, sistema de extinción de incendio por red de agua presurizada con hidrantes y sistemas de detección, más audio evacuación por peligro de incendio”, elementos que se agregaron con el tiempo para garantizar la seguridad de los empleados.
Según explican desde la inmobiliaria, “el primer usuario conocido del Edificio fue la Administración de Ferrocarriles del Estado que explotaba en aquella época, entre otros, los ramales ferroviarios Central Norte, Gran Oeste Argentino, Líneas Patagónicas y el Ferrocarril del Este de Entre Ríos. A mediados de la década del 30 el inmueble fue adquirido por el fondo de inversiones de origen Ítalo-Suizo, Compañía Comercial del Plata, para usarla como sede de su empresa de distribución eléctrica la Compañía Ítalo Argentina de Electricidad”. Actualmente es la sede administrativa central de Edesur y tiempo antes, albergó las oficinas de Segba.
Mariana Stange, una ingeniera que se dedica a la comercialización de inmuebles corporativos, destaca la aparición de bienes patrimoniales para ser utilizados por las empresas: “Este es un mercado creativo y reactivo, porque por un lado espera que suceda algo para reaccionar pero también en algún aspecto es creativo porque ante la falta de oficinas y los costos de alquileres altos, ofrece alternativas. Una respuesta es la aparición de un submercado que es categoría B, con edificios de más de 30 años, exfábricas, exdepósitos, que los desarrolladores, ante esta necesidad y la falta de tierra, los reciclan y los ponen en valor”.
En el caso del edificio de Palanti, la adecuación necesaria será menos dramática que en otro tipo de propiedades y acepta la posibilidad de adaptarse a las nuevas formas de habitar y trabajar. “Apuntamos a inversores que quieren refuncionalizar inmuebles en block y darle otros destinos como coworking, coliving, hotelería, tienda por departamentos, educación, u otro tipo de instituciones”, comenta Antúnez Vega.
El edificio se vende en su conjunto a 20 millones de dólares, unos 1202 dólares por metro cuadrado. De todos modos, el inmobiliario señala que “no se descarta otro tipo de ingeniería comercial con la empresa vendedora. En caso de venta tradicional es viable una financiación a acordar con la vendedora”.
FUENTE: www.clarin.com