“Este pozo tiene 45 metros, es el más profundo del área metropolitana”, asegura la ingeniera Marcela Álvarez, directora del Sistema Riachuelo, una de las mayores obras de infraestructura que se está llevando adelante en este momento. Probablemente también una de las menos conocidas.
El objetivo de esta megaobra de USD 1.200 millones es canalizar los afluentes cloacales de la Ciudad y algunos municipios del conurbano para que no contaminen el Riachuelo, también servirá para aliviar el caudal que llega a la planta de Berazategui. Su importancia quedó evidenciada en que es una de las pocas obra de infraestructura cuyo presupuesto no fue alcanzado por el recorte de gastos que afecta a todo el Estado. El Tesoro financia cerca del 50%, el resto corresponde a un crédito del Banco Mundial. “Es la obra privilegiada por el Estado Nacional”, destaca la ingeniera que dirige el proyecto.
Básicamente, se trata de una red de 40 kilómetros de inmensos túneles excavados a unos 30 metros de profundidad. Consta de tres partes: un gran túnel que comienza en Lugano y llega hasta Barracas (llamado Colector Margen Izquierda) que recogerá los afluentes de la red actual y los llevará luego por debajo del Riachuelo (Desvío Colector Baja Costanera) hasta una planta en Dock Sud donde serán tratados y se bombearán a otro túnel que se adentra 12 kilómetros por debajo del Río de la Plata (Emisario) para su desagüe final. La idea es que los residuos estén lo suficientemente filtrados como para que al mezclarse con las aguas del río terminen de depurarse en forma natural.
Al túnel colector también se empalmarán decenas de desagües clandestinos e irregulares que hoy por hoy todavía siguen vertiendo desechos en el Riachuelo. Este es un paso clave para poder saldar una deuda pendiente desde hace décadas. Aunque para poder sanear el Riachuelo también habrá que ejercer mayores controles sobre los desperdicios químicos de las industrias ubicadas sobre sus márgenes. Estas últimas representan el 30% del caudal contaminante pero, al mismo tiempo, el más tóxico. Así, tal vez en un futuro cercano se pueda cumplir con el fallo de la Corte Suprema de la causa Mendoza que en 2008 condenó a la Nación, a la Provincia y a la Ciudad a sanear el Riachuelo.
Para poder hacer los túneles es necesario construir grandes pozos por donde bajar las máquinas que excavarán. En el fondo, a unos 45 metros de profundidad lo primero que se ve al salir del ascensor es un pequeño santuario con la imagen de la Virgen. Fue montado por los obreros, que trabajan las 24 horas en continuado durante tres turnos. “El Gauchito Gil también tiene el suyo”, se ríe la ingeniera Álvarez ante el grupo de periodistas que bajó a conocer las obras.
De hecho, este jueves se dio un importante paso: bajaron el disco de corte de la última tunelera, Valentina (todas llevan nombre de mujer). Será la encargada de realizar el tramo conocido como Desvío Colector Baja Costanera. Tiene 150 metros de largo y a medida que excava la tierra va instalando unas enormes piezas de hormigón prefabricadas -dovelas- que forman el túnel mientras avanza. Estas máquinas trabajan sin parar y construyen un promedio de entre 20 y 30 metros por día. Beatriz y Elisa son las encargadas de cavar el Emisario y el Colector.
Tras ser completamente montada, Valentina comenzará a excavar en unos meses. Así, desde este jueves todas la obras del Sistema Riachuelo están en ejecución. Lo cual ameritó una visita de la Gobernadora María Eugenia Vidal y el ministro del Interior Rogelio Frigerio para destacar el nuevo avance.
La empresa AySA, que trabaja bajo la órbita del Ministerio del Interior y Obras Públicas, calcula que el Sistema Riachuelo mejorará el sistema de desagüe de más de 4 millones personas y permitirá en el futuro incorporar al servicio de cloacas a 1.5 millones a través de la planta de Berazategui que actualmente funciona al máximo de su capacidad. Todo debería estar terminado para fines del 2021. Es el primer sistema troncal que se hace en más de 70 años. De esa época data la Cloaca Máxima 3. La 1, a su vez, tiene más de 100 años.
Hasta el momento, el Lote 1, con sus obras complementarias, y el Lote 3 están avanzadas en un 50%. En cambio el Lote 2, que incluye la Planta Riachuelo, está demorada y apenas alcanzó un 17%. La explicación es simple: en las dos primeras trabajan contratistas extranjeros y en esta última contratistas nacionales salpicados por la causa de los cuadernos del chofer Oscar Centeno. La UTE (unión transitoria de empresas) encargada del Lote 2 está formada por ESUCO-JCR-CPC-C&E. La primera de estas pertenece al empresario Carlos Wagner, uno de los arrepentidos que reveló cómo funcionaba la cartelización de la obra pública y confesó haber pagado coimas.
“El Gobierno finalmente es el que va a definir qué es lo que se hace con esas empresas, por ahora las obras continúan”, explicaron desde AySA.
FUENTE: www.infobae.com