Un 1° de septiembre de hace dos años cerró. Lo que varias generaciones conocieron como Zoo de Buenos Aires pasó a llamarse Ecoparque. Se dijo que los animales -aquellos que estuviesen en condiciones- serían trasladados y el predio, ya en manos del Estado, volvería a abrir, dos años después, con una primera etapa terminada. Este jueves, desde las 10, el ex zoo porteño reabre. No en forma completa, sino parcial. Con 2,3 hectáreas, de las 18 totales.
La parte habilitada abarca la esquina de avenida Sarmiento y Santa Fe, frente a Plaza Italia. Desde el portal, que es una réplica en escala del Arco de Tito Romano, hasta el lago Darwin. Es la postal de acceso, la que durante décadas las familias porteñas veían primero, junto a una boletería que ya no está. Era grande, maciza, sin ninguna relación con el entorno. Un paso obligado antes de recorrer jaula por jaula, tirándoles comida comprada a los animales encerrados. Pero ya nada de eso pasará.
Primero, el ingreso será gratuito y por cupos para preservar el espacio. También estará limitado entre jueves y domingos, de 10 a 17. Segundo, los asistentes ya no verán animales enjaulados. No en esta instancia, porque no se descarta en futuras, aunque -dicen- sin el concepto de exhibición, sino con uno ligado a la educación y conservación.
El Ecoparque se irá abriendo en forma paulatina. Hacia el segundo semestre de 2019 las autoridades del Ministerio de Ambiente de la Ciudad proyectan que pueda recorrerse sin limitaciones. Las obras de restauración de los edificios históricos convivirán con el público hasta 2021, cuando está programada su finalización.
Hoy un muro verde, por sectores recto y en otros ondulante, marca el límite entre la zona accesible y la restringida. Detrás de él, en lo alto se ve a obreros trabajando en la casita Bagley -boletería original, en la que después se montó una confitería de la marca-, el pabellón de los loros y la casa de los leones.
Las funcionalidades de esta primera parte se parecerán a las de un parque. Aunque todo el ambiente recrea a la fauna y flora de Buenos Aires: el ecosistema de las Pampas y delta e islas del Paraná. En el lago Darwin además se instaló vegetación que cumple la función de favorecer la fitorremediación. Es una técnica que aprovecha la capacidad de ciertas plantas acuáticas para absorber, acumular, metabolizar, volatizar o estabilizar contaminantes.
“Antes era un estanque. Para devolverle su condición de lago se lo vació, se repararon fisuras, se lo limpió en su red pluvial y en su fondo”, explicó Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad de Buenos Aires. El Ecoparque pasó a depender de su área desde julio de este año, después de que se disolviera el Ministerio de Modernización, que tenía a cargo el proyecto.
Entre las mejoras, también se restauró el arco de ingreso, se abrieron accesos y repararon caminos. La reforma de esas 2,3 hectáreas costó $ 93.517.962.
El Gobierno porteño anunció la estatización del zoológico en junio de 2016. Poco después, en la Legislatura se aprobó una ley para reconvertir el predio implementando “altos estándares de bienestar animal”. También estableció que hay que adecuar la cantidad de fauna a las dimensiones del lugar, estimular proyectos de conservación y educar a través de experiencias interactivas, entre otros puntos. Si bien todos los sectores acordaron que el zoo era un problema a resolver, sancionada la ley, surgieron las críticas, en especial sobre el traslado de los animales a otros zoológicos y sobre seguir exhibiéndolos.
Los reclamos más actuales giraron sobre la muerte de dos animales emblemáticos del ex zoo -la jirafa Shaki y la rinoceronte Ruth- y la privatización de 15 edificios para financiar la reconversión del Ecoparque.
Las muertes llegaron a la Justicia. El naturalista Claudio Bertonatti, ex director del zoo porteño, presentó a mitad de año una denuncia ante la Unidad Fiscal Especializada en Materia Ambiental (Ufema) de la Fiscalía de la Ciudad, donde pidió la intervención del área en el manejo de los animales que habitan el Ecoparque y en el proceso de reconversión del viejo zoo. Su escrito estuvo acompañado de dos videos que mostraron el estado de abandono del recinto de los chimpancés, plagado de insectos, y otro sector fuera de uso, pero lleno de ratas.
A raíz de la denuncia, 14 cuidadores de distintas áreas, incluyendo a cuatro del sector de animales africanos, fueron reemplazados por “incumplimiento de tareas asignadas, infracciones a la normativa y omisiones de seguridad”. También, según afirmaron en ese momento desde el Ecoparque, se incorporaron profesionales con mayor experiencia y trayectoria en cuidado animal.
Con sus casi 1.500 animales -596 ya fueron derivados y aún permanecen 840- el Ecoparque se volvió un problema a resolver, un punto en el que las visiones sobre el medio ambiente, la naturaleza y los derechos de los animales se contraponen, en una época en la que verlos detrás de barrotes ya no es un paseo, sino una crueldad.
FUENTE: parabuenosaires.com