Construidas en madera, chapa, ladrillo cerámico o bloques. Con techos planos, inclinados, con aleros, galerías o pérgolas. Sobrelevadas del piso para defenderse de la humedad y las inundaciones. Compactas o en módulos encastrables como si fueran rompecabezas. Así fueron las propuestas de casas seleccionadas en el Concurso Vivienda Social Solidario promovido por ARQ-Clarín, SCA-UNE, Vivienda Digna y Batev, organizado por la SCA y auspiciado por el grupo Unicer y la Fundación Noble.
Pero no solo hubo variedad en las propuestas de casas, también en la procedencia de sus autores, en los lugares para los cuales fueron pensadas y en los métodos de producción que incluyeron desde los más industrializados a la autoconstrucción. Entre los premiados hubo equipos de La Plata, Mar del Plata, Pinamar, Santa Fe, Córdoba, Salta, Buenos Aires y CABA. Todo un “think tank” bien federal para pensar soluciones de hábitat social para lotes semiurbanos que posee Vivienda Digna en las regiones mesopotámica, pampeana y patagónica.
Un prototipo de casa hecho casi todo en madera para un loteo en Puerto Libertad, Misiones, fue el ganador del 1° premio. Su autora, la arquitecta Laura Gabriela González, propuso con la colaboración de Franco M. Paiardini y Javier Brizuela, una vivienda para una familia tipo con estar, comedor, dos dormitorios y la posibilidad de crecer con un tercer dormitorio hacia el fondo de la casa o hacia el frente con un lugar destinado a un local, un taller o cualquier otro espacio de trabajo.
Pero lo más destacable es que creó una serie de espacios intermedios compuestos por una galería y un semicubierto protegidos por celosías corredizas que hacen de regulador climático de la vivienda, a la vez que le da un aspecto muy agradable.
La construcción de la casa tiene otras virtudes: además de usar materiales y una tecnología de uso frecuente en la región, sin necesidad de mano de obra especializada, su costo, no superaría los $ 17.000/m2 tal como pedían las bases redactadas por los asesores (ad-honorem) José Ignacio Miguens e Inés Messore.
Para el jurado (ad-honorem) del certamen, integrado por los arquitectos Jorge Aslan, Celeste Fisch, Carolina Day, Mario Boscoboinik, Enrique Cordeyro y quien suscribe: “Es una propuesta de gran consistencia, carácter y belleza.” Y agrega, “con economía de recursos da soluciones de hábitat sensibles para las condiciones sociales y ambientales del terreno elegido en Misiones.”
El 2° premio fue para una propuesta de casa a ubicarse en la localidad de Derqui, Pilar, en la región pampeana. El trabajo fue realizado por el equipo de Luis Cisneros, junto a sus colaboradores Rodrigo Pizá, Valentina Torreano, Ana Mengarelli, Micaela De la Fuente e Ignacio Laveaga.
Como el caso anterior, también plantearon una casa que se despega del suelo y deja circular el aire por debajo. Pero, en vez de madera y muros de mampostería, eligieron un sistema de construcción en seco en base a perfiles metálicos, chapas prepintadas blancas haciendo contrapunto con algunos paños en los que incorporan otras materialidades.
La organización de la planta en forma de “Z” permite aparear, por un lado el estar y, por otro, un dormitorio con las casas vecinas, creando lugares exteriores bien controlados y de apropiada escala. Uno, arma el acceso; el otro, crea un lugar más íntimo, con posible parrilla, que expande hacia el fondo de la casa. Con la opción de cerrar el patio del frente, el proyecto da la posibilidad de colocar el tercer dormitorio, un local o un lugar de trabajo. Otra de las virtudes de este sistema es que al aparearse las viviendas se consigue duplicar visualmente los espacios exteriores que están entre las casas. Según el jurado “La propuesta consigue con habilidad y oficio un conjunto de gran urbanidad, síntesis y belleza”.
El 3° premio fue para una vivienda en la Patagonia. El arquitecto Jorge Adolfo Mazzinghi y sus colaboradores Eduardo Mazzinghi, Aldana Berro Vázquez y Marcos González Mazza propusieron un sistema de gran versatilidad pensado en base a unidades funcionales tridimensionales (estar, comedor, cocina, dormitorio, etc.) que con la participación del usuario pueden adquirir distintas conformaciones.
Entre ellas, una pieza innovativa es un “zaguán” semicubierto que funciona como lugar de amortiguación entre el frío exterior y el interior. El jurado evaluó acertada la propuesta para un clima con condiciones climáticas extremas. Pero no solo porque responde funcional y constructivamente al problema del sitio, el clima y de la demanda, también porque genera un tipo de vivienda que reelaborando el arquetipo de la casa con techo a dos aguas, crea un objeto de gran síntesis y valor estético.
Además de las soluciones aportadas por los trabajos premiados hubo varios otros aportes en los proyectos presentados. Desde un “mangrullo tecnológico” que unifica en una estructura que va encima del techo un colector solar y el tanque de agua a grandes canaletas u otros sistemas que acopian el agua de lluvia para aprovecharlo en el riego, el lavado y para cargar la mochila del inodoro. Todas ideas sensatas y posibles que pueden colaborar en reducir nuestros problemas de hábitat social. Con ese objetivo nació esta convocatoria y, si duda, con el disparador del texto de un anónimo que visitando una exposición de un prestigioso estudio de arquitectura escribió en el cuaderno de saludos “Hagan posible la vivienda social”.
Celeste Fisch, de Vivienda Digna, concluye: “celebramos que arquitectos y arquitectas del país se hallan sentido convocados a seguir pensando nuevas y mejores propuestas para la vivienda social”. Y agrega: “Intentaremos que desde nuestros proyectos podamos materializar algunos de estos aportes, para hacer que más argentinos tengan una casa donde llegar”.
FUENTE: Berto González Montaner – clarin.com